La lluvia caía pesadamente sobre Sky City, oscureciendo las calles y cubriendo todo con una densa neblina. Las luces de neón titilaban, reflejándose en los charcos de agua, mientras Kuro y Killer Zero avanzaban por uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Este distrito era una sombra de lo que alguna vez fue, antes del auge de CHO Corp. y las megacorporaciones que habían transformado la metrópoli en un campo de batalla entre el poder y la resistencia.
Kuro había escuchado historias sobre **Viejo Max** desde que era un niño. Un ex mercenario, una leyenda viviente en las calles, y uno de los pocos que había logrado sobrevivir a la violencia y las traiciones en Sky City. Ahora, Max era conocido por ser un ermitaño, pero se decía que aún ofrecía consejo a quienes fueran lo suficientemente valientes para buscarlo. Kuro sabía que lo necesitaban si querían tener alguna oportunidad de detener a CHO Corp. y sobrevivir a la guerra que estaban desatando.
—¿Estás seguro de que es aquí? —preguntó Killer Zero, mientras examinaba las paredes llenas de grafitis y las puertas de metal corroídas por el tiempo.
—Sí —respondió Kuro con seguridad—. Max nunca deja un rastro claro. Siempre está oculto, pero si sabes a quién preguntar, llegas hasta él.
Killer Zero sonrió con su característico entusiasmo, aunque algo más contenido que de costumbre. La pérdida de Wolf aún pesaba en el grupo, pero su espíritu no se había quebrado. Ella confiaba en Kuro y sabía que si había alguien que pudiera guiarlos en este momento, era Viejo Max.
Finalmente, llegaron a una puerta vieja y desvencijada, oculta entre dos edificios abandonados. Kuro golpeó tres veces, siguiendo el código que le habían enseñado.
La puerta se abrió lentamente, revelando un estrecho pasillo iluminado por la luz tenue de una lámpara colgante. Los recibieron los ojos cansados de un hombre mayor, pero con una chispa de astucia que no había desaparecido con los años.
—Kuro, sabía que vendrías —dijo **Viejo Max** con voz rasposa, moviéndose hacia adentro y dejándolos entrar—. He escuchado los rumores sobre ti y tus Cuervos. Te enfrentas a una tormenta que ni siquiera puedes imaginar.
Kuro y Killer Zero entraron en el lugar. La estancia era pequeña y llena de objetos antiguos, mapas de la ciudad pegados en las paredes y un arsenal de armas antiguas que parecían haber visto mejores días.
—Max —comenzó Kuro con respeto—, estamos luchando contra CHO Corp, y cada vez se está volviendo más complicado. Necesitamos tu ayuda... tus consejos. Tú has estado en esta guerra más tiempo que nadie.
Max se sentó lentamente en una vieja silla de madera, observando a los dos jóvenes frente a él. Sus ojos evaluaron a Kuro, notando el peso que cargaba como líder, y luego se detuvieron en Killer Zero, con su energía apenas contenida y su sonrisa retadora.
—CHO Corp... —murmuró Max, encendiendo un cigarrillo y exhalando el humo con una risa amarga—. Son más peligrosos de lo que crees, muchacho. No son solo una corporación; son una fuerza inhumana. Hace años, cuando era joven como tú, pensé que podía con ellos. Pero aprendí, de la peor manera, que nunca debes subestimarlos.
Kuro asintió en silencio. Sabía que la experiencia de Max sería crucial.
—No tenemos otra opción. Ya han destruido a demasiadas personas, y están usando esos experimentos inhumanos para hacerse más poderosos —dijo Kuro con seriedad—. Necesitamos saber cómo derrotarlos.
Max se levantó lentamente y caminó hacia una pared donde había colgado un mapa detallado de Sky City. Sus dedos trazaron las rutas y caminos escondidos de la ciudad, marcando ubicaciones estratégicas que solo alguien con su conocimiento podía identificar.
—CHO Corp no es solo una corporación —continuó Max—, son una red, un enjambre de poder y corrupción. Si vas a enfrentarlos de frente, serás aplastado. Pero si juegas bien tus cartas, puedes debilitarlos desde dentro.
Max señaló varias áreas en el mapa.
—Los laboratorios que están buscando... están aquí, aquí y aquí —dijo, indicando puntos específicos—. Son vulnerables en ciertos momentos. La seguridad es impenetrable, pero hay ventanas de tiempo en las que puedes entrar y salir sin que te detecten. Tendrán que moverse rápido y en equipo.
Killer Zero observaba atentamente, asimilando toda la información. Aunque su entusiasmo por la acción directa era su sello distintivo, sabía que la estrategia era vital en este punto. Si querían tener éxito, necesitaban utilizar cada ventaja posible.
—Además de eso —añadió Max—, tienes que entender una cosa: CHO Corp es implacable. Si les das la espalda por un segundo, te destruirán. Necesitas aliados que no te traicionen, y necesitas estar dispuesto a hacer sacrificios. Esta guerra no será rápida ni limpia.
Kuro bajó la mirada un momento. Sabía que Max tenía razón. Ya habían perdido a Wolf y, a pesar de sus esfuerzos, las cosas solo parecían complicarse más. Pero no podía permitirse dudar ahora.
—¿Y cómo podemos enfrentarlos? ¿Qué nos recomiendas? —preguntó Killer Zero, rompiendo el silencio.
Max sonrió ligeramente, apagando su cigarrillo en un cenicero antiguo.
—Sabía que harías esa pregunta. Escucha, muchacha, no puedes ganar esta guerra en el campo de batalla convencional. Necesitas usar la ciudad misma a tu favor. Sky City está viva, y hay más personas en la resistencia de las que crees. Alianzas, información, movimientos estratégicos... todo eso es más importante que la fuerza bruta.
El viejo mercenario se volvió hacia Kuro.
—Tu misión no es solo destruir laboratorios, Kuro. Debes crear el caos dentro de CHO Corp. Haz que sus líderes desconfíen unos de otros, que sus sistemas colapsen desde adentro. No puedes ser un martillo golpeando la roca; debes ser la tormenta que la erosiona con el tiempo.
Kuro asintió, comprendiendo la profundidad de las palabras de Max. Él y su equipo no podían simplemente enfrentarse a CHO Corp directamente; necesitaban ser inteligentes, estratégicos. Max les estaba mostrando el camino, y ahora dependía de ellos seguirlo.
—Gracias, Max —dijo Kuro finalmente, extendiendo la mano.
Max la estrechó, mirando fijamente a los ojos del joven líder.
—Recuerda, Kuro. No se trata solo de sobrevivir. Se trata de vencer.
Con esas últimas palabras en mente, Kuro y Killer Zero salieron de la guarida de Max, más decididos que nunca a llevar la lucha contra CHO Corp. Sabían que las cosas no serían fáciles, pero ahora tenían una nueva estrategia, un enfoque más claro. El consejo de Viejo Max podría ser la clave para su éxito.
El futuro de los Cuervos dependía de lo que hicieran a continuación.