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—Comparado con las mujeres de aquí, en efecto lo eres —las palabras de Xiao Changyi eran muy acertadas.
Su esposo realmente era inteligente. An Jingxin lo apreciaba, y su rostro lo mostraba, sonriendo cálidamente —Mi mundo es mucho más abierto que aquí.
—Hmm.
—Aquí todavía existe la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres, mientras que en mi mundo, hombres y mujeres son iguales.
—Puedo verlo.
—Lo sé —An Jing agarró una de sus manos, jugando con sus dedos. Sus manos eran mucho más grandes que las de ella, con nudillos bien definidos y dedos esbeltos, bastante atractivos. Incluso si ella no estuviera particularmente fascinada por las manos, encontraba tal par muy agradables a la vista —De lo contrario, no te habrías casado en mi familia, permitiéndome mantener mi propio apellido.
Xiao Changyi no dijo nada, solo acarició la cabeza de An Jing con su otra mano.