—¡Hermana, de qué están susurrando tan pegados! —An Ping, incapaz de soportar más tiempo el hambre, entró a la cocina para ver si la comida de An Hao estaba lista y se encontró con esta escena de los dos juntos y murmurando.
A primera vista, parecía muy afectuoso.
—¿Qué estamos haciendo? Estamos susurrando un secreto, ¿verdad, hermana? —Bai Yanjiao a propósito pasó su brazo por el de An Hao, presentando una fachada de cercanía para que lo viera An Ping, mientras su mano pellizcaba cruelmente un pedazo del brazo interno de An Hao.
Un dolor agudo la atravesó, casi llevando lágrimas a los ojos de An Hao.
Sujetó sus dientes, esbozó una sonrisa, levantó su otra mano para agarrar la mano de Bai Yanjiao, sus uñas se clavaron profundamente en su carne, y apartó su mano con una risa —En realidad, no hay ningún secreto. Yanjiao dijo que con la llegada del Año Nuevo, quiere usar su propio dinero ahorrado para comprarte un regalo, hablaba de conseguirte dos latas de carne en conserva.