El Explorum Nova Tevra había zarpado de Yamet con la confianza renovada. Sin embargo, en medio del trayecto hacia la isla de los Artipewos, el cielo comenzó a oscurecerse. Lo que inicialmente era una ligera llovizna se transformó en una tormenta violenta que se desató sobre el océano.
"¡Capitán! ¡Los vientos están cambiando! ¡Esto no pinta nada bien!" —gritó el navegante, luchando por ser escuchado por encima del rugido de las olas.
Alaric, con su firmeza característica, mantuvo la calma. "¡Ajusten las velas y aseguren la carga! ¡Resistan, muchachos! ¡No nos hundiremos hoy!"
El mar se había vuelto un monstruo enfurecido. Las olas levantaban el barco como si fuera un juguete, golpeando el casco con fuerza. La tripulación luchaba por mantener el control, pero el viento y el agua eran implacables. Las velas comenzaron a rasgarse bajo la fuerza del viento, y algunos mástiles crujían peligrosamente.
Uno de los marineros gritó desde la proa. "¡El casco está tomando agua! ¡No podemos aguantar mucho más!"
Alaric frunció el ceño mientras observaba cómo el barco era lanzado de un lado a otro. "¡Desplieguen las bombas! ¡Hagan todo lo posible por mantenernos a flote!"
Después de lo que pareció una eternidad, la tormenta comenzó a calmarse. El mar seguía agitado, pero las olas ya no eran tan altas. Sin embargo, el Explorum Nova Tevra había sufrido graves daños. Las velas colgaban desgarradas, y el casco mostraba varias grietas peligrosas.
Alaric reunió a su tripulación en la cubierta. "No tenemos más opción que dirigirnos a la isla de los Artipewos. Allí podremos reparar el barco y evaluar nuestra situación. Mantengan la calma, hemos enfrentado peores desafíos antes."
En la isla de los Artipewos, la situación era más grave de lo que pensaban. Las reparaciones necesarias eran extensas, y aunque los Artipewos les ofrecieron generosamente los materiales necesarios, no sería suficiente para continuar la travesía sin reabastecerse completamente.
El líder Artipewo, Krekta, los recibió en su sala de consejo. "Vuestro barco ha sufrido bastante, amigos. Podemos ayudaros con lo que tenemos, pero os recomiendo regresar a Yamet. Allí podréis encontrar los suministros que realmente necesitáis para continuar."
Alaric asintió con gratitud. "Agradecemos vuestra ayuda, Krekta. Nos tomaremos vuestro consejo. Este viaje se ha vuelto más complicado de lo que pensábamos."
Krekta lo miró con seriedad. "El mar es traicionero, Alaric. Debes prepararte mejor si deseas llegar a donde te propones."
De vuelta en Yamet, Alaric se dirigió a las autoridades navales para explicar lo sucedido. El Consejo Real se reunió en el gran salón del palacio para discutir los próximos pasos. Entre ellos estaban el rey Alder VII y varios altos oficiales.
"El Explorum Nova Tevra ha resistido más de lo que cualquier otro barco hubiera soportado," comenzó Alaric. "Pero este viaje no puede hacerse solo con una nave. Necesitamos refuerzos, necesitamos estar mejor preparados."
El rey Alder VII asintió con gravedad. "Alaric, tu misión es importante, y no escatimaremos en recursos. Ya hemos visto lo que estos mares pueden hacer. ¿Qué necesitas para continuar?"
"Más barcos," respondió Alaric sin titubear. "Y apoyo militar. Si vamos a enfrentarnos a lo desconocido, necesitamos estar listos para cualquier cosa."
Fue entonces cuando Kyllia I, quien recientemente había sido coronado rey de Oftalmolecusamp, intervino. "Estoy de acuerdo. Debemos proporcionar todo el apoyo necesario. No podemos arriesgar una segunda expedición fallida."
El Explorum Nova Tevra partió de nuevo, esta vez acompañado por un pequeño convoy de barcos de guerra Vorómadas. Los Vorómadas, conocidos por su destreza naval, se habían unido a la misión con entusiasmo. Zarkon, uno de los capitanes Vorómadas, saludó a Alaric cuando las naves se encontraron en alta mar.
"Es un honor navegar a tu lado, Stormwind," dijo Zarkon, una sonrisa orgullosa en su rostro. "Los mares pueden ser implacables, pero juntos los dominaremos."
Alaric le devolvió la sonrisa. "Tus barcos serán un valioso apoyo, Zarkon. Esta vez, no estaremos solos."
La flota se dirigió entonces a Slaoniscea, donde los Sodalitas, Tarkos y Laonences les brindaron la asistencia necesaria para refinar su ruta. Los Sodalitas, expertos en la navegación de esas aguas, proporcionaron información clave sobre las corrientes y peligros ocultos.
En el puerto de Slaoniscea, Elara, la cartógrafa principal de los Laonences, mostró a Alaric un mapa detallado. "Si sigues esta ruta al noreste, evitarás las peores corrientes. Pero ten cuidado, los mares pueden volverse impredecibles en esa zona."
"Gracias, Elara. Esta información nos será invaluable," respondió Alaric, estudiando el mapa con atención.
De regreso en Yamet, con los mapas actualizados y una mejor comprensión de los mares que debían enfrentar, la expedición se expandió. No solo reabastecieron sus naves, sino que se unieron más barcos a la flota. En total, 35 barcos, incluyendo naves de guerra Vorómadas, barcos de apoyo Tarkos y naves de exploración Yamesas, estaban listos para continuar la travesía.
Mientras la flota se preparaba para zarpar una vez más, Alaric observó el horizonte, con una mezcla de determinación y cautela.
"Esta vez lo lograremos," murmuró para sí mismo, antes de girarse hacia su tripulación. "Prepárense. El verdadero viaje apenas está comenzando."