El primer piso de la torre era una vasta y oscura caverna, cuya estructura recordaba a un gigantesco laberinto de piedra natural. Las paredes eran rugosas y cubiertas de musgo fluorescente, que emitía una tenue luz verde, apenas suficiente para que los aventureros pudieran ver algunos metros delante de ellos. A su alrededor, ramificaciones interminables se extendían como venas por todo el espacio, creando caminos ocultos y oscuros recovecos. Pequeños arroyos de agua cristalina corrían a lo largo de los suelos, alimentando la vegetación exuberante que cubría el suelo y trepaba por las paredes.
La escena era surrealista. Parecía imposible que algo tan salvaje y primitivo existiera en un lugar como este. Árboles retorcidos cuyas raíces se hundían en la roca misma, flores gigantes que emitían luces intermitentes como si fueran señales y una humedad constante en el aire que hacía que la piel se pegara. Había una sensación de vida oculta, como si la propia naturaleza aquí estuviera esperando algo, acechando en las sombras.
Al principio, los grupos que entraron en la zona segura estaban nerviosos pero emocionados. Streamers, aventureros solitarios, soldados de diversas naciones, grupos armados y sectas secretas, todos habían llegado a ese lugar con una meta en común: explorar la torre y aprovechar el poder que prometía. Aunque venían de diferentes lugares y con distintos propósitos, la realidad del peligro inminente los obligaba a observarse unos a otros en silencio, formando alianzas temporales por necesidad.
Un murmullo recorrió a la multitud cuando el primer equipo militar avanzó desde la zona segura. Eran soldados de élite, con trajes blindados de alta tecnología y armamento especial. Se movían con precisión y disciplina, escaneando cada rincón mientras sus botas resonaban en el suelo húmedo de la caverna.
Aquí es donde todo comienza —murmuró uno de los streamers más conocidos, mientras ajustaba su cámara en el hombro, preparándose para transmitir en directo la entrada a lo desconocido.
Detrás de los militares, los grupos de civiles y aventureros comenzaron a seguir con cautela. Algunos sostenían espadas brillantes, otros lanzas o escudos forjados con metales raros. En sus rostros se leía una mezcla de determinación y temor. Sabían que el primer enfrentamiento con los monstruos estaba cerca, pero no sabían cuándo ni cómo sucedería.
De repente, el sonido de un gruñido bajo y gutural se escuchó a la distancia, haciendo que todos se detuvieran en seco. Las luces de los cascos militares parpadearon, enfocando hacia uno de los muchos túneles que serpenteaban hacia las profundidades. Una figura oscura y baja se movía entre las sombras, apenas visible entre la densa vegetación.
Contacto visual con el primer objetivo informó uno de los soldados, su voz transmitida en varios idiomas a través del sistema de comunicación integrado en el sistema de defensa.
De las sombras, emergió una criatura baja y encorvada, con piel grisácea y verrugosa, con ojos amarillos brillantes que reflejaban la luz de los cascos. Era una criatura parecida a un goblin, pero más grande y robusto que los que se describían en las historias de fantasía. Sostenía una *hacha oxidada en una mano y una especie de escudo de hueso en la otra. Detrás de él, varias figuras similares comenzaron a aparecer.
¡Atención! ¡Tenemos compañía! gritó uno de los aventureros mientras se preparaba para el combate.
La tensión en el aire era palpable. El primer enfrentamiento estaba a punto de comenzar, y aunque los grupos estaban preparados, nadie sabía qué tan letales serían esas criaturas.
El goblin líder lanzó un chillido agudo, y en un abrir y cerrar de ojos, las criaturas comenzaron a correr hacia los grupos, sus pequeñas pero ágiles piernas moviéndose con una velocidad sorprendente. En cuestión de segundos, el campo de batalla estaba lleno de gritos y el sonido metálico del choque de armas.
La primera línea de soldados disparó una ráfaga de balas, pero las balas rebotaron inútilmente contra los cuerpos de los goblins. La energía espiritual que cubría sus pieles los protegía de las armas convencionales. El pánico comenzó a cundir entre los grupos más inexpertos.
¡Las armas de fuego no sirven! gritó uno de los soldados mientras intentaba retroceder.
Los goblins atacaron con una furia inesperada. Los que estaban en la vanguardia lograron derribar a algunos aventureros con golpes rápidos y precisos. Un par de ellos cayeron, heridos por las hachas afiladas y primitivas, mientras los gritos resonaban por toda la caverna.
Sin embargo, los militares con armas especiales no tardaron en reaccionar. Con un cambio de estrategia, comenzaron a disparar balas imbuídas con energía mágica, y esta vez las criaturas cayeron una tras otra. Las balas atravesaron los cuerpos de los goblins, rompiendo la barrera espiritual y acabando con ellos en cuestión de segundos.
Pero mientras algunos caían, más goblins surgían de las sombras, llenando los pasillos con sus números abrumadores. El combate apenas estaba comenzando.
A medida que los goblins emergían de las sombras, la situación comenzó a descontrolarse rápidamente. Lo que había comenzado como un choque calculado entre aventureros y monstruos pronto se transformó en un caos generalizado. La caverna resonaba con los gritos de guerra de los goblins y los gritos de pánico de los aventureros inexpertos.
¡Retirada! ¡Retrocedan a la zona segura! —gritó uno de los soldados, pero su voz se perdió en el estruendo de la batalla.
Los aventureros sin experiencia, aquellos que no estaban preparados para la realidad de enfrentar criaturas que no podían ser derribadas con métodos convencionales, comenzaron a entrar en pánico. Un grupo de jóvenes, armados con simples espadas y dagas, intentaron retroceder hacia la zona segura, pero los goblins los acorralaron en un pasaje estrecho.
¡Ayuda, por favor! gritó una de las chicas del grupo, su voz temblando mientras intentaba contener a uno de los goblins con su escudo improvisado.
Sin embargo, no todos estaban en desventaja. Un equipo militar de élite, equipado con armas blancas imbuidas de energía mágica, entró en acción de inmediato. Con movimientos rápidos y precisos, sus espadas largas y hachas brillaban con un resplandor dorado, cortando a través de los goblins con facilidad. La energía espiritual de las criaturas no fue rival para las armas forjadas con tecnología avanzada.