—Ya no sé qué hacer —la voz baja de Einar sonaba casi desesperada—, me cerró el paso tan radicalmente que casi parece que esa noche fue algo que me he imaginado.
—¿Estás completamente seguro de que ella compartió tu disfrute? —La voz de Amelie llegó hasta Angelina a través de la puerta medio cerrada y esta última arqueó sus cejas en desconcierto.
—¡Positivo! —confirmó Einar—. ¡La pasamos tan increíble en el bar; hablamos por horas y compartimos tantas risas! No recuerdo la última vez que disfruté tanto la compañía de alguien.
Angelina se apoyó en la pared junto a la puerta, soltando un suspiro silencioso.
En verdad —y bastante extraño— recordaba esa noche perfectamente bien. Einar tenía razón: la pasaron asombrosamente bien charlando en el bar durante horas y... un momento aún más asombroso cuando llevaron las cosas a la privacidad de la suite de Einar.
Ella sentía lo mismo. No podía recordar la última vez que había disfrutado tanto la compañía de un hombre.