—Gracias, Sr. Ingvarsson —Liam miró a Einar, estirando sus labios en una sonrisa forzada que no llegaba a sus ojos. Le resultaba difícil ser amable con alguien hoy; su estado de ánimo era oscuro y pesado, aún manchado por la ajetreada mañana que había tenido hasta este mismo momento.
Einar se mantuvo en silencio y algo solemne, sus afilados ojos azules fijos firmemente en el hombre sentado detrás del escritorio.
En este momento, los dos hombres estaban en la oficina de Liam en la sede del Grupo Diamond, y la tensión entre ellos podía iniciar un fuego si una sola chispa llegara a entrar en el espacio.
Y la razón de ello era bastante obvia.
Liam había corrido a la oficina tan pronto como se despertó esta mañana, su mente dando vueltas por el shock de despertar al lado de Vanessa, quien todavía dormía profundamente, sus brazos firmemente envueltos alrededor de su cintura.