—Lo siento, Sr. Ingvarsson —comenzó Amelie, parpadeando para apartar el cansancio mientras trataba de enderezar su postura—. ¿Teníamos una reunión programada para hoy? Debo haberme quedado dormida, y mi otro asistente está manejando las cosas en el hotel en este momento.
Einar estaba frente a ella, sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras observaba la apariencia de la mujer.
Apretó los puños a su lado, luchando por contener su irritación. Ver a Amelie en este estado, tan agotada y fantasmal, despertó algo feroz dentro de él.
Sabía que el fallecimiento de Oscar Bennett afectaría a Liam, pero ver cómo afectaba también a Amelie solo profundizaba su frustración. Cada defecto de Liam, cada error que cometía, parecía magnificado en la mente de Einar, y ahora, al mirar a Amelie, su sangre hervía al pensar cómo Liam había permitido que ella llegara a este punto de quiebre.