Samantha curvó sus labios hacia arriba y tomó un sorbo de su té herbal fragante, la delicada taza de porcelana descansando ligeramente en su mano manicurada mientras observaba a sus invitadas desenvolver los regalos que había elegido meticulosamente para ellas. La tranquila música de arpa que había estado llenando previamente la sala de té, ahora se ahogaba en los sonidos de papel rasgado y papel de aluminio.
La luz que filtraba a través de las altas ventanas bañaba la habitación con un brillo cálido, creando un halo alrededor de las mujeres reunidas allí. Samantha no pudo resistir la sonrisa que tiraba de sus labios, una sonrisa teñida de triunfo mientras observaba sus reacciones—sorpresa, gratitud forzada, con un matiz de incomodidad escondida detrás de expresiones corteses.