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Xander escaneó el salón donde estaba parado, esperando encontrar a la persona que buscaba.
Muchos hombres y mujeres estaban charlando, chocando copas mientras conversaban para conocerse más, más bien para hacer conexiones con gente poderosa para propósitos futuros.
Las manos de Xander estaban en sus bolsillos, su expresión perezosa mientras inclinaba la cabeza, esperando haber encontrado a la persona que buscaba, pero resultó ser alguien más.
El salón estaba adornado en rico dorado, con grandes arañas suspendidas del techo, cada una proyectando un cálido resplandor dorado que bañaba el espacio con un brillo que rivalizaba con la luz del sol.
De repente, sintió que unas manos tocaban sus hombros. Estaba alerta, pero su cuerpo seguía compuesto sin mostrar ningún signo de sorpresa.
—¿Qué haces aquí, Xander? —preguntó una voz detrás de él.
Xander reconoció inmediatamente esa voz.