—¿Qué? ¿Cómo que ya está registrada en el sistema? —chilló Sienna, con su voz elevándose por la incredulidad. La idea de que la persona a la que acababa de menospreciar pudiera ser más importante que ella era demasiado para aceptar. Se negaba a creerlo.
Hera no estaba particularmente sorprendida por la noticia. Al igual que su teléfono, que estaba conectado al sistema de Avery y reconocía automáticamente cada vez que hacía una reserva en cualquier empresa bajo el nombre de Avery, su tarjeta funcionaba de la misma manera. No solo estaba vinculada a todas las empresas para sus ingresos, sino que también servía como tarjeta de membresía para cualquier establecimiento propiedad de Avery.