La Sra. Huang no pudo evitar emocionarse al ver llegar a Lana con Liam. Todavía no podía creer que su hija ahora viviera con un hombre, su esposo. Se sentía mareada pensando en los muchos nietos que tendría muy pronto. Le encantaban los niños.
—Lo siento, Liam, que ustedes dos no puedan tener una luna de miel adecuada ahora por mi salud —expresó la Sra. Huang con los hombros caídos.
—Mamá, podemos disfrutar de nuestra luna de miel en la habitación de Lana. Es más que suficiente para mí —dijo Liam contento uniendo al juego de bromas de la Sra. Huang.
Liam tenía esa sonrisa pícara en su rostro relajado y fresco mientras Lana se sonrojaba con el significado implícito de sus palabras.