—Oy, Joaquín... ¿qué diablos estás haciendo?
La voz de Ismael tembló de la misma forma que su corazón latía contra su caja torácica al ver la sangre sobre la mesa. Esto era lo que temía encontrar al entrar, la razón por la cual se apresuró a este lugar sin dudarlo un segundo cuando Morro le dijo que 'había llegado el desastre'.
Esto era definitivamente un desastre.
—Oh, hermano. Qué gran coincidencia que aparezcas aquí en este momento —Joaquín saludó con burla, arqueando una ceja ante el miedo que dominaba el rostro del tercer príncipe—. Me pregunto cuál es el propósito de tu visita.
—¡Déjala ir! —Climaco empujó su espada hacia adelante, poniendo en guardia a los caballeros que los rodeaban—. Su Alteza Real, le estoy pidiendo que deje ir a Su Alteza Real.
—Oy... —Ismael dio un paso adelante, solo para detenerse cuando Climaco presionó su hoja contra el cuello de Joaquín hasta que la sangre goteó hasta el cuello del príncipe heredero.