Los vestidos brillantes parecían flores en plena floración bajo los cálidos candelabros del gran salón del Palacio Lazuli. Las risas y las conversaciones festivas llenaban el aire mientras las damas lucían sus extravagantes vestidos adornados con tantas flores y joyas como para mostrar su riqueza.
Los hombres, por otro lado, se comportaban con un aire más respetuoso. Un banquete celebrado en el palacio imperial era uno de los mejores lugares para hacer conexiones.
Aunque los aristócratas que solo tenían este privilegio lo encontraban insultante, ahora que las familias de nueva riqueza y afiliadas al comercio podían asistir a tal reunión. Pero nadie tenía la audacia de decirlo en voz alta ya que el imperio reconocía a estas personas del comercio y sus contribuciones a la economía.