Todo parecía haber vuelto a la normalidad —Feng Tianyi pensaba—. Tang Moyu volvía a hablarle con normalidad y él se preguntaba si lo que Tía Lu le había contado antes era verdad. Pero también tenía sentido para él que si Tang Moyu no lo quería o lo odiaba, no le permitiría vivir con ellos, mucho menos quedarse cerca de sus hijos.
Después de su cena, incluso le ayudó a lavar los platos mientras él los secaba con un trapo limpio. Mientras tanto, los gemelos eran bañados por su niñera en el baño de reserva cerca de la cocina, así que él y Tang Moyu podían escuchar los chapoteos que hacían mientras su niñera les decía que se quedaran quietos para poder lavarlos adecuadamente.
Generalmente, después de cenar con Qin Jiran, los tres regresaban a la casa principal, pero esta noche, los gemelos insistieron en tener otra pijamada con su Papá Ji.
—Hoy has llegado temprano. Pensé que te quedarías trabajando horas extra con la Señorita Gu otra vez —rompió el silencio entre ellos.