Con las palabras de Lin Qun, Mo Rao finalmente se relajó.
No quería herir a Lin Qun, mucho menos perder a este amigo.
—Está bien, siempre seremos buenos amigos —Mo Rao suspiró aliviada y respondió felizmente.
—Sí, y no tienes que acompañarme aquí. Quiero descansar un rato —Lin Qun sonrió.
—De acuerdo, descansa bien. No te molestaré más —Mo Rao se levantó rápidamente.
Cuando Mo Rao estaba a punto de irse, Lin Qun no pudo evitar recordarle de nuevo:
—Mo Rao, tienes que tener cuidado. Esas dos personas vinieron por ti ese día. Me pregunto si atacarán de nuevo.
Mo Rao asintió. Ella entendía.
Lin Qun instruyó de nuevo:
—Pase lo que pase, tienes que priorizar tu propia seguridad. Al fin y al cabo, Fu Ying es tu esposo. Si hay algo, no lo soportes sola. Pídele ayuda. Esa es su responsabilidad.
Al ver que Lin Qun estaba tan preocupado por ella, Mo Rao se sintió muy conmovida:
—Lo sé. No te preocupes.