El cabello de Gao Wen estaba despeinado y su pijama de seda estaba arrugada.
Ye Cheng extendió la mano para quitarle la botella de vino a su madre.
Gao Wen, que se despertó por el movimiento, rápidamente recuperó la botella. La abrazó fuertemente entre sus brazos y preguntó descontenta:
—¿Qué estás haciendo?
Ye Cheng se sintió abrumado por un sentimiento de impotencia mientras se arrodillaba en una rodilla y decía:
—Mamá, deja de beber tanto. Dame la botella de vino. Deberías ir a tomar un baño caliente y dormir bien.
Gao Wen miró a Ye Cheng durante un largo rato antes de decir:
—Oh, eres tú.
El corazón de Ye Cheng se llenó de amargura al escuchar la decepción en la voz de Gao Wen. No pudo evitar preguntar:
—¿A quién quieres que sea?
Gao Wen apretó su agarre en la botella de vino y cambió su posición antes de decir perezosamente:
—Pensé que eras ese inútil de Ye He.