—¡Ven aquí! —le pidió Nina a Geena meneando su dedo índice—. ¿Cansada?
Examinó la cara de Geena cuidadosamente. La chica que planeaba relajarse el fin de semana viendo películas con el chico de al lado que estaba enamorado de ella, ahora estaba poniendo dos piezas de tela de diferentes colores juntas para Nina, para decidir la combinación perfecta.
—¿Tienes fiebre? —preguntó Nina a Geena como una jefa severa cuyas frágiles manos temblaban ahora. Desde la mañana no podía comer nada después de su ligero desayuno y ahora estaba muriéndose de hambre.
Ella sacudió su cabeza tratando de ocultar la frustración, —N… no, Nina. Estoy bien.
Nina bufó mirando la pieza que ella sostenía, —¡Llamas a esto estar bien! Mira estos colores. La combinación es horrible. ¿Dónde está tu sentido del estilo hoy?
Geena quería recordarle a la vieja mimada que ella era su secretaria, no su diseñadora. Se mordió el labio, resistiendo el impulso de contestar, —Lo siento. Intentaré hacerlo mejor.