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51.78% La Leyenda del Scire / Chapter 29: Capítulo 26: El interior de tu alma y la imagen de tu mente – El «Séptimo Impacto» II   

Chương 29: Capítulo 26: El interior de tu alma y la imagen de tu mente – El «Séptimo Impacto» II   

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 30 de Junio - Año 525

 

—Supuse que estarías aquí —dijo Lara saliendo al balcón.

Allí Rhys se encontraba apoyado a la barandilla con su mirada colgada en el cielo, apreciando la caída del sol, y la entrada de la noche.

—Necesitaba tomar aire fresco, luego de todo eso sólo me queda esperar... Estoy algo cansado, me ha tenido un poco ansioso la decisión de Vlas, y no he podido dormir mucho pensando que hacer mañana... Anoche tuve un ataque de pánico —respondió Rhys, ante su última declaración Lara le dio una rápida mirada.

 —¿Volvieron? ¿Por qué no me dijiste? —preguntó, Lara expresando su preocupación.

 Rhys sufría de ataques de pánico desde hacía muchos años atrás. Estos comenzaron en su niñez: Trastorno de ansiedad generalizada. Ese fue su diagnóstico luego de buscar ayuda especializada. Cuando comenzó la terapia intentó mayormente buscar el origen de esta. Fueron muchos sucesos acumulados que terminaron por desatar una extraña manera de afrontarlo: Preocupaciones, presión, estrés, y esa sensación de soledad que siempre lo azotaba, sentía que nadie en el mundo era capaz de comprenderlo, y en consecuencia, esto lo hacía alejarse de todos, haciendo, de la misma forma, que cada vez su condición empeorara más, quedándose aún más solo que antes... O así fue, hasta que conoció a Lara.

 Él no le contó a ella lo que sufría al principio, de hecho, se sentía algo inseguro ante su padecimiento, siempre creyó que eso lo volvía más débil, algo vulnerable ante los demás, por eso su resignación, y su actitud superadora. Pero no podía, era algo que se salía de su control, y en la intimidad esta situación empeoraba.

 A veces era imposible calmarlos, y la sensación de muerte inminente invadía su mente, no lo dejaba salir al exterior, no lo dejaba seguir adelante, era una cadena que lo ataba a un vacío, y que no permitía que se soltara, y mientras más quería salir, más profundo caía. Lo único que podía disminuir estos sentimientos era que su madre estuviera a su lado. Esos años fueron horribles, porque no sabía lo que quería, no sabía lo que lo hacía seguir adelante, era inercia, no podía pensar, porque cuando comenzaba no paraba de hacerlo, y de tantos pensamientos en su cabeza se tornaba todo borroso, y sus ataques de pánico empezaban de nuevo, y paraban, y continuaban, y paraban, y continuaban, era un horrible círculo de autodestrucción. Un laberinto sin salida.

 La primera vez que sufrió uno frente a Lara ella no se percató, corrió hacia un baño y se encerró ahí, ella lo encontró y ayudó a calmarlo, le prometió estar para él en todo momento, y darle su mano para que saliera adelante, pero él sabía que no era así, porque al otro día sucedería lo mismo, y el día después también, y así hasta que ya no supiera como iba a terminar. Pero no todo duraba para siempre, y pasó mucho tiempo hasta que por fin pudo superarla.

 

RHYS

 

 Trece años atrás, cuando era adolescente, la secundaria era el único lugar en el mundo en el cual me sentía aislado. Mis mejores amigos se encontraban ahí: Ashley, Jake, David, y obviamente ella, Lara. Pero, de todas maneras, no era el lugar en el que más tranquilo podía sentirme. Todo iba demasiado rápido, y mi cerebro lo analizaba muy lento, pero tenía que ponerme a la velocidad de lo que me rodeaba, por eso a veces mi cabeza comenzaba a dar vueltas, y razonaba las situaciones en segundos, me forzaba a mí mismo a comprender algo que quizás, no era necesario, porque lo único que me hacía sentir un poco de paz era ese deseo de querer despegarme de todo y desaparecer, pero como sabía que no podía, me convencía de que debía quedarme ahí, eso formaba una confusión enorme en mi interior, una confusión enorme que terminaba por hacer que mi mente y mi cuerpo se desconectaran, y que el mundo se apagara por un instante... Sentía que me sumergía en un océano inmenso, ahogándome, con mi pie atado a una roca que no me permitía salir a la superficie, que no me dejaba escapar.

 Mi garganta se cerraba, mi pecho se hundía, mi vista se volvía borrosa y mi cabeza estallaba. Y cuando me concentraba demasiado en mi respiración... Sentía que moría.

 A veces, solo quería ese sentimiento de nuevo, quería sentir como todo se acababa lentamente, como mi vida podía dar un giro inmenso si tan solo yo quisiera, pero... ¿Qué quería?

 Viví años buscando eso, años en los cuales mi padre me presionaba, en los cuales yo no comprendía el peso y las consecuencias de las expectativas, ni tampoco me daba cuenta de que no siempre tenía que dar la talla, de la innecesaria manera de intentar siempre ser el mejor. No me daba cuenta de la libertad que estaba perdiendo, y que si seguía ese camino, jamás volvería a conseguir.

 Cuando conocí a Lara mi mente hizo ese clic necesario para no permitir mi renuncia a todo lo que me estaba sucediendo, para no rendirme. Ella supo de mi condición luego de verme raro por algunos días. Un día de esos, en medio de un ataque de pánico ella entró al baño donde me encontraba. Ella fue mi salvación en ese momento, yo había superado mi condición meses antes de conocerla, pero luego de lo sucedido con ella, mi padre comenzó a presionarme de nuevo, las nuevas expectativas nacieron, no quería ser una decepción, y no pude evitar caer de nuevo... Pero Lara estuvo ahí, en todo momento, varios años, y nunca me dejó solo, por lo que sin ella... Quizás no lo hubiera logrado.

 

Mientras tanto...

 

 «¿Por qué no me dijiste?».

 —No lo sé, sólo no quería molestarte, fue de madrugada, y fue algo efímero, no duró más de cinco minutos, solamente me sentía un poco agobiado, no era para tanto —respondió Rhys, negando ligeramente con su cabeza.

Quería quitarle importancia a la situación, en ese momento no importaba mucho él, pero sabía que Lara no lo iba a dejar esquivar el tema, y se preparó para escuchar el discurso de ella.

 —Rhys, cuando te sucedan ese tipo de cosas debes de decirme, siempre lo has hecho, no te lo guardes para ti, porque haces que me preocupe en vano... Espero no haya próxima vez, pero si llega a suceder de nuevo, dímelo, ¿Si? —preguntó Lara, dejando en vilo su mirada frente a los ojos de Rhys.

 Ese gesto de súplica que ella tenía en su rostro lo terminaría por matar, debía decirle que sí, para que ella estuviera tranquila haría lo que fuera, porque amaba verla sonreír, por encima de todo.

 —Claro, mi reina... Lo haré —asintió Rhys, dándole un beso en la frente, al mismo tiempo que la acercaba con un abrazo.

 —Queda poco tiempo, Rhys... En diez minutos ya será primero de julio y el séptimo impacto se llevará a cabo... ¿Cómo crees que están?

 —No lo sé, pero mejor dejémosle eso a ellos, debo encargarme de todo lo externo a lo que suceda en la mente de Vlas; el asteroide, Rygal, Cole, y desde ahora hasta que nos volvamos a Fons en unas semanas... Vlas sabrá qué hacer con eso, estoy seguro de que tomará la decisión correcta, confió en él.

 —Es una lástima que tengan que sufrir, ¿Cierto? Serían la pareja perfecta, y probablemente formarían una hermosa familia... El destino es muy cruel a veces.

 Un silencio se adueñó del lugar, Rhys no respondió, sólo devolvió su mirada hacia el frente de nuevo, Lara se limitó a acompañar a Rhys quedándose a su lado. Luego de estar así unos minutos se dio cuenta de que estaba él llorando, divisó una brillante lágrima corriendo por su mejilla, su mirada todavía se encontraba perdida en el horizonte.

—¿Sabes? Cuando vi a Zenda por primera vez supe que ella sería quien perdería la vida, se notaba en su espíritu, es una persona muy pura para un mundo como este, su sonrisa parecía darle color al mundo de Vlas, ella fue quien evitó que él quedara atrapado en las sombras, lo convirtió en alguien mejor, le devolvió esas ganas de vivir que había perdido con la muerte de Demian y mi partida... Por esa razón, ella siempre me recordó tanto a él, su inocencia, su pureza, su optimismo, su forma de ver el mundo... Dime, dime que no te recuerda a la de Demian... No sé por qué, pero no puedo pensar en otra cosa cuando me doy cuenta de eso, creo que ahora comprendo a Vlas más que nunca —soltó Rhys, sorprendiendo a Lara.

—Tienes razón, se parecen demasiado... Y por eso es aún más injusto, porque ninguno de los dos merece un final así... De todas maneras, Vlas supo hacerse más fuerte con la muerte de tu hermano, él dice que fue Zenda quien lo hizo todo, pero ambos sabemos que eso no hubiera pasado si él no hubiera tenido la voluntad de querer levantarse, la misma voluntad que tu hermano y que tú, si Vlas realmente cree que fue gracias a Zenda, espero que cuando ella ya no esté a su lado recuerde lo mejor de ella, y lo ponga en práctica, porque el simple hecho querer morir por él demuestra su fortaleza mental, y esa voluntad inquebrantable, ella era un arcoíris en la tormenta... Vlas puede llegar muy lejos si aprende a tomar lo mejor de esto.

—Ojala así sea, la determinación de Demian era única, y la de Zenda igualmente, si Vlas consigue aprender de ellos, nada lo parará —aseguró Rhys, con una sonrisa.

 Luego de la afirmación de Rhys quedaron en silencio por unos minutos, mirando el cielo, esperando que el momento llegara... Y así fue, ya que de repente un inmenso estruendo se escuchó azotando la ciudad, el cielo comenzó a tornarse más oscuro de lo que estaba. Y la presión descendió.

—¿Ya es la hora cierto? —preguntó Lara, alzando su mirada, apreciando como la oscuridad comenzó a desaparecer, para pintar el cielo de un brillante color casi imposible de describir, era una mezcla de todo, y al mismo tiempo de nada. Tan hermoso.

—Si, ya es primero de julio —asintió Rhys, dirigiendo su mirada hacia el reloj en su muñeca.

—Veo que ya comenzó —declaró Lara, señalando una lluvia de estrellas acompañando el color que se había formado en el cielo, también una extraordinaria estela infinita se dibujó a través de toda la atmosfera, donde al final se veía el inmenso asteroide dirigiéndose al norte... Era un espectáculo increíble.

—Efectivamente... El séptimo impacto ha comenzado —aseguró Rhys, percatándose de la sensación que invadía su cuerpo.

Mucha energía del alma comenzando a asediar por todo el lugar, cuando abrió su palma y apreció su Scire lo confirmó... Este no paraba de brillar.

 «Hoy se da inicio a una nueva era, Vlas».

 

Mas tarde...

 

Remia, Dunch, Distrito Central - 1 de Junio - Año 525

 

 Luego de cumplirse la hora exacta para el séptimo impacto, Rhys hizo todo lo que tenía planeado hacer. Primero colocó un sello barrera alrededor de la casa de su familia en Crystel, debía asegurarse de que nada interrumpiera a Vlas mientras él estuviera lejos, y permitirle que tomara su decisión sin ningún tipo de contratiempo. Luego, como le había avisado con anterioridad, envió a Lara a Fons para que estuviera segura en su hogar, ella volvería cuando todo se acabara, para ayudarlo a lidiar con las consecuencias del suceso. Y por último, se digirió a Dunch, ahí estarían Mya, Kit y Dean esperándolo para luego intentar evitar el impacto total del asteroide, y que no destruyera en su totalidad la ciudad como si había sucedido con Ajax.

 La ciudad al norte de Crystel, Dunch, se encontraba totalmente vacía, ya que a causa de las anteriores caídas, el gobierno había tomado precauciones en torno a la caída de nuevos asteroides, por lo que pudieron predecir el que se estaba acercando a la tierra, por esa razón tuvieron el tiempo suficiente para evacuar a la población de Dunch y sus alrededores antes del impacto.

 Rhys llegó a Dunch diez minutos después de la medianoche, el lugar se encontraba desierto, ningún ruido externo al sonido del pedazo de roca cayendo desde el cielo, nada. Buscó a los chicos volando por la ciudad, los encontró sentados en un banco en el medio de una plaza, apreciando el cielo, al parecer lo habían esperado mucho tiempo.

—¿Cómo va la situación? —preguntó, aterrizando frente a ellos.

Los tres alzaron la mirada al mismo tiempo, y sonrisas se dibujaron en su rostro.

—Apareciste —declaró Kit, con emoción.

—Claro, no los iba a dejar aquí y que el asteroide los golpee de lleno... Por cierto, ¿Revisaron bien cada rincón de la ciudad? ¿No queda nadie?

—El centro está totalmente vacío, cuando llegamos faltaban evacuar los distritos Norte y Oeste, pero en el correr de dos horas quedaron vacíos también, así que solamente quedamos nosotros en la ciudad —explicó Dean, dejando ver un mapa donde habían señalado los lugares que visitaron. Estaba casi todo pintado.

—¿Y aquí? —preguntó Rhys, señalando la esquina sur del mapa.

—Esa zona fue destruida junto con Ajax con las primeras caídas, no la contamos —respondió Mya.

—Cierto... Bien, entonces sólo queda encargarnos de eso —dijo, señalando hacia arriba.

—¿Vas a parar eso? —preguntó Kit. sorprendido.

—Haré lo posible, no usaré mis Rexyss, tampoco mucha energía, por lo que será un gran desafío.

—¿Y nosotros? —preguntó Dean.

 Rhys los miró rápidamente, y volvió su vista hacia el cielo de nuevo.

 —Tomen esto —respondió, sacando algunos guantes de su bolsillo.

 —¿Unos Nio? —preguntó Mya, percatándose de la diferencia entre esos guantes y unos normales, esos eran los guantes de los cuales Rhys les habló cuando los entrenó.

 —Ya es momento de que pasen al siguiente nivel, ¿No creen? —preguntó Rhys, con una sonrisa—. ¿Recuerdan cómo usarlos, cierto?

 —Si —respondieron los tres al unísono.

 —Bien, necesito que cada uno se coloqué en un lugar tal que si dibujo un contorno pueda formar un triángulo equilátero donde yo esté en el medio, ¿Comprendieron? —explicó Rhys.

 —Si, ¿Cuánto debe de medir cada lado? —preguntó Dean.

 —Cien metros, intentaré formar una pirámide uniendo la energía de todos a través de hilos invisibles, yo seré el vértice, el lugar donde el asteroide chocará y se desintegrará gracias a la unión de la energía de todos, usaré un sello barrera, pero debo de tener cuidado, será un poco más débil que uno normal, ya que tengo dos más activados, por eso necesito de un poco de la energía de cada uno de ustedes.

 —Okey, vamos —señaló Kit, y los tres se fueron a sus posiciones.

 Rhys se quedó ahí mismo, cuando sintió que ellos ya se encontraban en sus lugares alzó sus pies del suelo, y levemente comenzó a elevarse. El rango antes de perder el contacto de la energía de ellos sin usar sus Rexyss era de trescientos metros, por eso cuando llegó a ese límite se mantuvo suspendido ahí. El asteroide todavía estaba lejos, pero según sus cálculos, no tardaría más de cinco minutos en llegar hasta ese punto.

 «Es el momento», afirmó, uniendo sus manos con sus dedos entrecruzados.

 —Unionis... Uitta... Nodum... Vinculum... Connection... Deus omnipotens... Aeternitas... Infinitus... Scire, entrégame tu poder —pronunció los encantamientos necesarios que en esa situación potenciaban su Energía del Alma y la de sus subordinados.

 El Scire, además de ser un poder difícil de controlar, también era uno difícil de comprender, tan así que incluso poseía su propio idioma, ese idioma del cual venían los encantamientos que Rhys había pronunciado. Así como sus encantamientos, también poseía movimientos propios, como el chasquido de dedos, el golpe de palmas, la unión de manos, o el movimiento de dedos. Conocer a la perfección cada uno de esos pasos daba una gran ventaja en el control de la energía, ya que si en una especifica situación alguien era capaz de seguir al pie de la letra cada uno de los pasos necesarios para potenciar su energía, esta era capaz de aumentar hasta incluso el doble de la que en ese momento se poseyera.

 Rhys lo había hecho, y por esa razón, el sello barrera que antes había creado se amplió y se reforzó, eso ayudó a su propio uso de la energía, y a no agotar las reservas de los chicos.

 El procedimiento no era instantáneo, aunque casi nunca superaba el minuto de duración, tampoco era menor a treinta segundos, por eso, cuando se cumplió, luego de Rhys haber hecho todos y cada uno de los pasos, el asteroide ya se encontraba a menos de dos minutos de llegar a la posición de Rhys.

 A menos de un minuto del impacto, Rhys dejó de ocultar la barrera, ya que eso le consumía energía, y la hizo visible, la pirámide de energía se alzó hasta el cielo. Esta comenzó a formarse desde la base, primero rodeó a Kit, Dean y Mya, quienes no podían creer lo que los rodeaba y se alzaba por encima de ellos, nunca antes habían visto una demostración tan colosal del poder de Rhys, porque sabían que aunque ellos estuvieran ayudando en ese momento, él podría haberlo hecho solo de igual manera. Las paredes que actuaban como caras laterales los cubrieron, y las líneas que representaban las aristas partieron de ellos hasta unirse encima de Rhys, en ese punto donde él había concentrado toda la energía de los cuatro, ahí... Donde el asteroide chocó.

 La colisión dejó paso a un inmenso estallido que resonó en el lugar, aturdiendo los oídos de todos. Al momento el cual el asteroide comenzó a intentar sobrepasar la barrera fue cuando, por primera vez, se notó la dificultad de la ocasión, porque el cuerpo de los chicos comenzó a sentirse abrumado, como si la presión disminuyera con cada centímetro que este avanzaba. Pero sabían que algo así terminaría sucediendo, por eso, ante todo, no cedieron y comenzaron a reforzar la barrera, dándole paso a la circulación de la energía hacia Rhys.

 Dean fue el primero en alzar su mirada, y su mandíbula se fue de lugar al apreciar como poco a poco el asteroide comenzaba a desintegrarse.

 —¡¿Qué mierda?! —exclamó, con su vista invadida de un poder que quizás lo iba a dejar ciego.

Era Rhys, Rhys con su mirada, destruyendo un asteroide... ¿Cómo era capaz de eso?

 —¿Acaso está haciéndolo sólo con su mirada? ¿No se supone que no usaría sus Rexyss? —preguntó Kit, siguiendo los pasos de Dean, él tampoco podía creerlo.

 —No está usando sus Rexyss, si los usara todo esto se acabaría en un segundo, en realidad está ampliando su sello barrera alrededor suyo aprovechando la energía que recibe de nosotros, ¿O no se dieron cuenta de que la pirámide está comenzando a debilitarse? —explicó Mya.

 El sello barrera era una habilidad básica del Scire, se trataba de una barrera que se creaba a través de Energía del Alma alrededor de lo que el usuario deseara, como un objeto, un lugar, o sí mismo. Esta era indestructible, hasta cierto punto, ya que lo único que podía llegar a traspasarla era la suficiente cantidad de energía como para que un ataque rompa la defensa.

 La técnica insignia de Rhys. Nadie era capaz de usar las barreras como él, por el simple hecho de que él siempre tenía activada una alrededor de su cuerpo, esto lo hacía intocable, ya que era una respuesta automática a cualquier amenaza que el Scire encontrara. Esto hizo que por mucho tiempo fuera afinando el uso y utilidad de esta, hasta el punto de poder modificar algunas de sus características. Como usarla como velo para ocultar cosas que sucedieran dentro de estas, y que sólo fueran capaces de ver usuarios de energía, o fusionarlas con su Scire para poder agregarle algunas de sus habilidades y hacerlas más versátiles, también para proteger las marcas de su sello repartidas por el mundo, o inclusive para amortiguar o reducir el daño causado por ataques o explosiones de alto alcance, una explosión atómica por ejemplo, o al igual que en ese momento... El impacto de un asteroide.

 Lo que en ese momento estaba haciendo era ampliar la barrera a su alrededor para que el sello actuara, ya que al no poder tocar el asteroide a causa de que no sabía muy bien cómo reaccionaría su sello a la radiación emanando de él, no podía usar la habilidad que más necesitaba en ese momento, ya que tampoco pretendía utilizar sus Rexyss, pero como la barrera al fusionarse con el Scire actuaba como una extensión de su propio cuerpo, podía tocar el asteroide sin hacerlo y así poder hacer uso de su técnica de desintegración, esa que sólo podía usar tocando el objeto que pretendía desintegrar.

 —Chicos... Estamos en presencia del ser humano más fuerte de todos los tiempos, y no saben lo agradecido que estoy de ser contemporáneo a alguien como él.

 Las palabras de Dean eran solo halagos y halagos hacia Rhys.

Kit lo miró de lejos y sonrió, él pensaba exactamente lo mismo. Y sabía que Mya, por más que no lo demostrara, se sentía igual ante lo que estaban apreciando.

El poder de un dios.

Poco a poco el plan de Rhys comenzó a surtir efecto, aunque lo que temía también empezaba a hacerse realidad. La radiación del asteroide no era normal, después de todo, el asteroide tampoco lo era, era una respuesta del universo al nacimiento de un nuevo poder, por esa razón, esta radiación fuera de la normalidad era capaz de hacer efecto rebote ante la Energía del Alma, aunque ya había desintegrado casi la mitad del asteroide, todo lo que este emanaba lentamente comenzaba a traspasar la barrera de Rhys, y las consecuencias se hicieron notar, como algunas quemaduras en su rostro y su ropa desquebrajándose. Pero quedaba poco, y no podía echarse atrás en ese momento.

«Mierda, vamos... Solo un poco más, un poco más». El toxico ambiente no le permitía respirar, a causa de esto, el uso de su energía disminuía al mismo tiempo que el asteroide traspasaba la barrera. 

Como la principal fuente de energía en el cuerpo era la sangre, la mala circulación de esta volvía a los usuarios menos diestros en el uso. No poder respirar hacía que Rhys no obtuviera el suficiente oxígeno para que su circulación trabajara con normalidad, y la amplia utilización de energía en la barrera tampoco permitía que alterara su sistema cardiovascular intercambiando oxigeno por otro tipo de gases en su cuerpo. En ese momento era cuando no utilizar todo su poder, o sus Rexyss, le pasaba factura.

 —Chicos, ¿No sienten como que Rhys se está sobreesforzando más de la cuenta? —preguntó Mya, notando que Rhys ya comenzaba a aplicar sus manos en su defensa, y que la ampliación de la barrera se había pausado.

 —Creo que la radiación está comenzando a hacerle efecto, no está usando la totalidad de su energía, quizás sólo tenga en uso el 10% de todas sus reservas... Eso es una locura, incluso para él, el 10% de su poder ya es más grande que el de nosotros tres juntos —respondió Kit.

 —¿Cuánto están usando ustedes? Yo cerca de mi 40% —informó Dean.

 —Casi lo mismo —respondió Mya.

 —Igual —adhirió Kit.

 —Entonces creo que es una decisión unánime... ¿Ampliamos el compartimiento de energía hacia Rhys? Esto hará que pueda reforzar la barrera sin preocuparse de caer inconsciente por la mala circulación en su cuerpo —propuso Dean.

 —Ustedes deberían de ampliarla hasta el 50%, yo puedo utilizar un poco más, quizás un 65%, creo que eso será suficiente para que Rhys termine el trabajo —respondió Kit.

 —Si, hagámoslo —asintió Mya.

Y a la señal de Kit, los tres ampliaron la cantidad de Energía del Alma que otorgaban a Rhys.

 «Has el resto, Niño Maravilla», pensó Mya, esbozando una sonrisa.

 Rhys, tras un inmenso esfuerzo para mantener el nivel que había llevado por minutos sintió como ligeramente se le estaba tornando más fácil otra vez. No pudo evitar mirar hacia abajo y apreciar como todos sus pupilos lo miraban con una gran sonrisa de admiración. Así que habían sido ellos. 

 «Tontos, les dije que no utilicen toda su energía... De igual manera, muchas gracias».

 —¡ARRGHHHH! —Rhys gritó liberando toda su fuerza y la de sus subordinados juntas. Amplió la barrera al doble, ya casi comenzaba a ver borroso, y su mente no reaccionaba, pero solo quedaba una quinta parte del asteroide... Era sólo un esfuerzo más, un esfuerzo más y podría terminar—. Es sólo eso... Sólo...

Quizás no podría llegar al final.

 —¡Rhys! —gritaron los tres chicos al unisonó cuando divisaron como la barrera se rompió y el cuerpo de Rhys comenzó a caer en picada.

 —Mya, tu bola de fuego —dijo Kit, señalando el pedazo que todavía quedaba del asteroide.

 Mya comprendió a lo que se refería, pero había usado mucha de su energía, y se le haría imposible lanzarle un ataque a eso sin que este no le hiciera efecto.

 —No puedo Kit, no tengo la suficiente energía —explicó Mya, corriendo hasta su lado.

 —Yo puedo lanzar un rayo, pero no creo que sea tan potente como para destruir lo que queda —dijo Dean, también acercándose a ellos.

 Ninguno sabía muy bien que hacer, el resto que Rhys no pudo destruir del asteroide caía sin freno, así como el cuerpo de este mismo, tardaría en llegar al suelo, pero no podían seguir perdiendo tiempo, ya que aunque lo atraparan no les daría la velocidad para huir antes de que el impacto los atrape.

 —Tengo una idea... —soltó Kit dando un fuerte aplauso y tomando la atención de los demás—. Tengo la suficiente energía como para hacer un último disparo de mi sangre, lanzaré un pequeño dardo comprimido que cuando choque con el asteroide se expanda y lo destruya dejando solo pequeños fragmentos de este, cuando toquen suelo no harán daño a nadie, pero no será tan potente ni tan rápido, así que necesito de la ayuda de ambos... Mya, tú tienes potencia... Kit, tú tienes velocidad —dijo, dándole una mirada a cada uno—. ¿Me ayudan en esto? —preguntó, estirando su mano al centro.

 —Voy a salvar a Rhys —asintió Dean, apoyando su mano sobre la de Kit.

 —No si yo lo hago antes —añadió Mya, haciendo lo mismo.

 —Bien, prepárense —declaró Kit, dando unos pasos hacia el frente.

 Estiró su mano que antes había cortado en su palma, y dejó salir su sangre hasta formar un pequeño dardo en forma de flecha. Luego apuntó al cielo e intentando esquivar a Rhys lo lanzó.

 —Listo, ahora les toca a ustedes —avisó.

 Mya y Dean le hicieron caso, y ambos lanzaron sus ataques. El fuego de Mya fue lo primero que abrazó al dardo, no era mucho, pero todavía faltaba la parte de Dean, por eso, cuando el rayo lo tocó, el dardo tomó más velocidad, pero al mismo tiempo el fuego de Mya se hizo más fuerte, esa ayuda de Dean había sido el último detalle de su ataque en conjunto.

 —Mierda... Eso casi me deja en cero —dijo Dean, comenzando a notar la fatiga y pesadez haciendo presencia en su cuerpo.

Mya se paró a su lado, y pasando su mano alrededor de su torso lo sostuvo antes de que se cayera.

 —No es momento de que caigas ahora, tonto —dijo ella, con una sonrisa.

 —Vaya, al parecer te gusta tener que salvarme siempre, chica ruda —rio Dean.

 —Ey, ustedes, dejen de coquetear, hagamos una ronda, debemos amortiguar la caída de Rhys —dijo Kit, dándose la vuelta.

 —Pero el ataque todavía no ha impactado —respondió Dean.

 —Ya lo hará, pero antes de que eso suceda Rhys tocará el suelo... Y no podemos permitir que eso suceda. —Kit se movió hasta ellos y estiró sus brazos.

 Mya y Dean hicieron lo mismo, y al cruzarse los brazos de los tres y tomarse de las manos formaron un colchón humano. Rhys debía caer justo ahí.

 —Ahí viene... Alejen sus cabezas y estiren más sus brazos —dijo Kit, señalando hacia arriba, para que en un instante después de su orden Rhys cayera en sus brazos. Sin ningún daño colateral.

 —¡Vamos! —festejó Mya, ayudando a los chicos a dejarlo en el suelo—. Kit, al parecer el ataque ya impactará... Debemos ver el espectáculo. —Señaló al asteroide.

Tenía razón, su ataque conjunto estaba a punto de chocar... Y así fue.

 El dardo impactó en el pedazo de roca y entró a toda velocidad. Kit podía controlar los movimientos de este desde la distancia, por eso, cuando confirmó que este había llegado al núcleo del asteroide lo expandió... Y en ese momento el asteroide estalló, con cientos y miles de pedazos de rocas volando a todas partes.

 —Lo logramos. —Dean esbozó una gran sonrisa.

 —Si... Lo hicimos —respondió Mya, caminando hacia él—. ¿Te sientes bien? Parece que te vayas a desmayar —preguntó preocupada.

 —Estoy bien, no pasa nada, solamente debo descansar un poco —contestó Dean, apoyándose en un banco a las cercanías, lanzó su cabeza para atrás y suspiró.

 —Ey, no te vayas a morir ahora —bromeó Mya, agachándose a su lado.

 —No lo haré, todavía me queda algo por hacer en este mundo... —respondió él riendo.

Apenas terminó su risa su cuerpo se deslizó hacia la izquierda y cayó sobre Mya.

 —Dean, por Sun... ¿Dean? —Mya lo movió con fuerza, pero el chico no respondió, había caído dormido—. Kit, ven aquí, Dean se durmió —llamó a Kit, alzando su mano.

 —¿Eh? —La confusión se hizo parte de Kit al notar la mano alzada de Mya y escuchar su nombre—. ¿Qué sucede? —preguntó, acercándose a sus amigos.

 —Se durmió —ella indicó.

 —Vaya, este chico. —Kit no pudo evitar reír.

 —¿Qué haremos con él? —preguntó Mya, señalando a Rhys, quien se encontraba acostado en el lugar que había caído antes—. ¿Se recuperará?

 —Cuando vuelva en sí sólo necesitará regenerar sus quemaduras y optimizar su cuerpo con la energía que le queda... Recuerda que todavía tiene el 90% restante que no usó, sin contar sus Rexyss —explicó Kit.

 —¿Debemos dejarlo aquí? ¿Y si llega a ponerse fea la situación? El séptimo impacto ya terminó... Eso sólo significa una cosa —dijo Mya, dirigiendo su mirada a Kit.

Él se dio cuenta de lo que se refería y le devolvió el gesto.

 —Se supone que un sello se activará automáticamente apenas Vlas obtengas su Scire, si él no despierta antes, Lara será teletransportada a Remia de nuevo, y los sellos barreras que están activos en este momento se desintegraran, ya que eran solamente una medida preventiva a algún ataque o daños consecuentes del asteroide.

 —Entonces debemos de volver con Leah, sólo como precaución, ¿No crees?

 —Sí... Pero creo que antes deberías de ir tú, llévate a Dean contigo, yo me quedaré aquí con Rhys, esperaré que Lara aparezca —dijo Kit, quitándose su guante. También sacó un papel de su bolsillo—. Toma, estos son los encantamientos de la regeneración, Rhys me dijo que si los pronuncias al mismo tiempo que tocas a la persona que quieres curar con tu energía activada, esta se llevara a cabo —agregó, dejando el papel en su mano, y el otro guante.

 —¿En serio funciona? —preguntó Mya sorprendida.

Por lo que ella entendía, una habilidad como la regeneración solo podía llevarla a cabo un poseedor del Scire, inclusive dentro de ellos, sólo algunos con una gran destreza en el control de este eran capaces de usarla.

 —Rhys me dijo que no importa el nivel que poseas en cuanto a energía se trate, mientras tengas la base de un poseedor del Scire y los encantamientos, las habilidades se podrán llevar a cabo... Eso sí, no es algo muy conveniente en batalla, porque es un proceso lento, y ambos sabemos que en un combate lo único que no sobra es tiempo.

 —Cierto... ¿Tengo que usar ambos guantes? —preguntó ella, notando que Kit no había dejado en claro la razón por la cual le dio su guante. 

 —Podrías hacerlo con uno solo, pero sería un proceso aún más extenso, por eso te doy el mío, lo imbuí con un poco de mi energía, para ayudarte y que no tengas que usar toda la tuya.

 —Vaya Miracle, sí que eres alguien precavido, eso me hace pensar... ¿Lo haces por algo más que sólo querer ayudarme? —preguntó Mya, acercándose más a él.

Kit sonrió y acercó su rostro al de ella.

 —No lo sé, quizás quiero que me des un agradecimiento luego... Tú sabes, algo así como que le pidas a Wanda que actúe como mi doctora si llego a quedarme sin energía —respondió Kit, lanzándole una guiñada.

 —Eres un pervertido K, tú sabes que ella es dos años menor a ti, y de todas maneras quieres... —paró.

 —¿Quiero qué? —insistió Kit.

 —Déjate de jugar imbécil, es Rhys... Se despertó —respondió Mya, señalando a Rhys.

 Kit se dio la vuelta rápidamente para apreciar a Rhys sentado en su lugar, y tomándose la cabeza.

 —Rhys... Despertaste, ¿Te sientes bien? —preguntó Kit, cuando luego de correr hacia él se agachó a su lado.

 —Ja, mejor que nunca... —respondió Rhys, alzando su mirada. Mya y Kit se miraron rápidamente al notarlo—. Deben irse de este lugar ya mismo... El sello que dejé cronometrado se activó, y Lara fue teletransportada al apartamento, tomen a Dean y vayan con ellas, tengo que encargarme de algo antes —añadió, apoyando sus manos en el suelo y levantándose de un salto.

 —¿Qué pasa? —preguntó Kit, dándose cuenta de que Rhys se veía demasiado enérgico de la nada como para apenas haberse levantado. Sin contar que tenía sus Rexyss activos.

 —Eso pasa. —Alzando su dedo índice, señaló hacia enfrente de ellos—. El momento llegó —añadió, esbozando una complaciente sonrisa.

 Cuando Mya y Kit miraron hacia donde él señalaba, apreciaron como en la línea del horizonte se alzaba un pequeño grupo de personas, frente a ellos caminaba Cole, con la misma sonrisa que Rhys poseía. No había duda de que eran hermanos, no había dudas de que ambos eran hijos del mismo padre... Porque esa sensación de oscuridad ahogó el ambiente de la nada, cuando el Scire de ambos se activó al mismo tiempo.

 —Es él —musitó Mya, entre dientes—. Es el tipo que lastimó a Lara.

 —Cole Di Rem —adhirió Kit, a su vez sintiendo un leve estremecimiento cuando Rhys pasó a su lado.

 Él se paró, con un firme semblante y la frente en alto. Un aura de decisión y confianza se formó a su alrededor, que también se mezcló con la de oscuridad y sed de sangre que ya poseía. 

 —Toma Kit —soltó, lanzándole un botón, el mismo que Lara usó con Vlas.

 —¿Qué hago con esto? —preguntó Kit, atrapándolo en el aire.

 —Es un botón de teletransportación automática, tengo uno para cada una de mis marcas, ese es el de Lara... Ella se encuentra marcada, júntense los tres y apriétalo, serán enviados a ella en un instante —explicó Rhys, sin darse la vuelta.

 —¿Estarás bien, Rhys? —preguntó Mya, algo insegura, no porque Rhys pudiera perder, eso era imposible, si no por el hecho de que la situación podría írsele de las manos, y él perdería los estribos... Otra vez.

 —Quédate tranquila, linda... No me pasará nada —respondió, guiñándole el ojo al momento de darse la vuelta. Mya sonrió y ese gesto la tranquilizó hasta el punto de hacerla ruborizarse. Él le había dicho linda—. Ahora vayan... Curen a Dean y háganle saber a Lara lo que está pasando, no tardaré mucho —añadió, volviendo el rostro hacia delante.

 Kit y Mya asintieron a su orden e hicieron lo que les dijo. Ambos corrieron hacia Dean, Kit lo tomó de un lado y ella del otro. Divisaron una última vez a Rhys. Se convencieron de que él estaría bien, y al cruzar sus miradas ambos asintieron, Kit tocó el botón, y tal como Rhys les dijo... Desaparecieron al instante, dejando a Rhys solo en el lugar.

 —Parece que te decidiste... Cole —declaró Rhys, cuando su hermano y algunos soldados que parecían ser de la mafia se pararon frente a él.

Apenas los separaba unos metros, una distancia razonable para Rhys, sabía que si se movía solamente un poco podría acabar con ellos con facilidad, pero Cole no era un idiota, y él lo sabía más que nadie, por eso no actuó.

—Ya estaba decidido hace tiempo, solamente estaba esperando el momento indicado, Rhys Windsor... Y al final, el momento llegó, esperaba esto desde hace seis años —respondió Cole, dando algunos pasos más, hasta quedar a un metro exacto de Rhys.

Rhys admiró su valentía, pero con su mirada arrogante y soberbia le dio un vistazo de arriba abajo, con cierto desprecio reflejado en ese gesto. Cole se percató de esto, y rio.

—Así que viniste a eso... Espero esta vez no hayas traído un reemplazo, ya sabes que eso no funciona.

—No, esta vez soy el original, él mismo que peleó con tu amada Lara... Tampoco terminé mi pelea con ella, pero no tardé mucho en hacerle daño, un poco más y no la contaba, si no hubiera aparecido esa chica arrogante —dijo, entre dientes. Todavía seguía enojado por esa situación.

—¿Intentas provocarme con lo de Lara? Eso es algo muy bajo de tu parte, enfrentarte a dos chicas que no poseen un Scire y de todas maneras huir con el rabo entre las patas... Es muy humillante si lo ves de esa manera, ¿No es así? —preguntó Rhys, entre ironía, burla y sarcasmo.

Cole no pudo evitar fruncir el ceño ante la respuesta de su hermano, pero no podía actuar, porque no la iba a contar.

—No lo sé, sólo puedo decir... Vaya que tu esposa se mueve muy...

Una mano atrapó su cuello cuando estaba por terminar su frase.

Rhys sabía lo que él pretendía decir, sabía cómo pretendía actuar, pero también se había percatado de algo, incluso más bajo que los dichos de Cole. Por eso apretó su mano con fuerza, y el cuerpo de Cole se desvaneció como ceniza entre sus dedos.

—Con que «soy el original», inclusive en este momento sigues mintiendo, eres una sucia y tramposa rata, Cole —declaró Rhys, alzando su mirada a un alto pilar que sostenía un farol, en el medio de la plaza, ahí se encontraba Cole parado de brazos cruzados, con una sonrisa en su rostro.

—Sólo quería ver que tanto había progresado mi hermano, y no podía arriesgarme a salir herido antes de luchar, si hace seis años eras un monstruo, no me imagino ahora, todos sabemos lo que sucedió contigo al final de la guerra, y eso te volvió invencible... Prodigio Divino.

Esas palabras...

«Prodigio Divino», pensó Rhys recordando ese momento.

Rygal lo había dicho, muchos años atrás, pero ese concepto luego de su partida pasó a convertirse en una maldición, porque para Rygal cambió su significado, y para Rhys también. Luego de vencer a Rygal rompió esa maldición, pero eso no establecía haber destruido ese apodo en su totalidad, porque tomó incluso más sentido que antes... Prodigio Divino... Esa descripción pasó de ser su mayor maldición a convertirse en su bendición, en su única forma de encontrarse con sí mismo, en su figura.

Tenía que agradecerle algo a Rygal, de todas maneras, ya que aunque lo maldijo de muchas formas también le dio varias herramientas para que pudiera convertirse en lo que era, si no fuera por él jamás hubiera tomado en serio su propio talento, jamás hubiera ambicionado tanto, y jamás hubiera explotado en su totalidad su prodigiosa mente... Lo odiaba, lo odiaba con su vida, más que a nada en el mundo, en el universo, pero tenía que darle la derecha en eso, quizás se lo debería agradecer, después de todo, Rygal era su padre, más allá de todo lo sucedido entre ellos, al menos hizo algo bueno por él... Y no lo iba a dejar pasar de tal manera.

—Sabes lo que decir eso significa, tu padre te lo habrá dicho, e incluso sabiéndolo sigues pretendiendo luchar contra mí... ¿Qué sucede en tu cabeza? Eres un suicida —declaró Rhys, entre risas. No intentaba salvarlo, sólo quería hacerlo ver incluso más estúpido de lo que era.

—¿Tú crees? Demuestra tu fuerza Rhys, pelea conmigo —propuso Cole, señalándose a sí mismo con su dedo índice.

—Con mucho gusto —respondió Rhys, con total predisposición—. Pero primero deberías dejar de huir de mí —añadió con reticencia.

—Claro que lo haré, pero antes de eso deberás pelear con ellos —dijo, señalando a las personas que lo acompañaban.

Rhys ya veía venir eso, sabía que Cole no traería a veinte usuarios de Energía del Alma sólo porque sí, pero enfrentarse a ellos para poder destruir a Cole luego era una buena propuesta. Hacía mucho tiempo no luchaba en serio, y quería por lo menos tener un calentamiento antes de un combate, aunque deduciendo el poder de ellos sabía que no le durarían más de un minuto... Eran débiles, demasiado podría decir.

—¿Sólo eso? Sabes que no me pararás con esto —respondió Rhys, señalando al mini ejército de Cole con desprecio.

—Si, lo sé, pero qué importa, al menos podré desgastarte, probablemente tenga más posibilidad —explicó Cole, con obviedad.

—No me será siquiera necesario usar mi energía... Verás como los venzo usando solamente mi fuerza física, no tardaré demasiado Cole, pronto estarás bajo mis pies —aseguró Rhys, crujiendo sus dedos al momento que se preparó para enfrentar a los subordinados de Cole.

—Lo que tú digas, aquí te espero —declaró Cole, levantando vuelo y viéndolos desde arriba.

Rhys quedó parado en su lugar, esperando que lo atacaran, pero nadie se movía, y Cole, desde arriba, sólo lo miraba con una sonrisa.

—¿Qué sucede con tus hombres, Cole? ¿Acaso me tienen miedo? —preguntó Rhys, con arrogancia.

—Oh, ¿Ya estabas listo? Lo siento, solamente creí que tendría que matar a un niño para que destruyas otro ejercito —preguntó Cole, entre risas.

Pero en ese momento apreció como el rostro de Rhys cambió de expresión en un instante. El ambiente se congeló con su mirada.

—¿Ah, sí? Con que esas tenemos, Cole... No sabes el error que acabas de cometer —afirmó Rhys, frunciendo el ceño. Hasta que su rostro esbozó una media sonrisa intimidante.

«Es momento», pensó. Y no dudó.

Sin decir nada, comenzó a acercarse a los soldados lentamente, con su ira desenfrenada emitiendo un aura oscura y cruel. Cada paso sonaba como una aguja de un reloj, marcando un momento decisivo... El momento de terminar con todo.

—Ahora... ¡Ataquen! —ordenó Cole, alzando su voz.

 «Espadas, cuchillos y lanzas... Vaya, ¿Acaso retrocedimos quinientos años?», pensó Rhys, notando que quienes corrían a atacarlo no tenían armas que pudieran hacerle algún tipo de daño a distancia.

 Rhys, apreciando la horda que se abalanzaba sobre él, comenzó a correr hacia ellos, pretendiendo un choque, que jamás ocurrió, porque se escabulló entre los huecos que ellos dejaban, esquivando espadazos, cortes y ataques de lanzas, quizás algún que otro puñetazo. Ellos eran rápidos, eran usuarios de energía después de todo, pero no se le hizo muy difícil esquivar cada uno de sus ataques.

 Cuando llegó al medio notó que una ronda se había formado a su alrededor, y que todos apuntaban a él. Eso no hizo más que aumentar su adrenalina, y darle más y más ganas de luchar.

 —Bien, creo que es momento que deje de jugar... Lo lamento por sus vidas, pero tendré que dejarme llevar un poco —declaró Rhys, ubicando a su primera víctima, o quizás víctimas, porque enterrando su pie en el suelo se impulsó para salir disparado hacia ellos, fue un movimiento fluido, con una velocidad imperceptible, atacó a dos usuarios y les quitó sus armas—. Les aconsejo que corran —agregó, con una espada en cada mano, miró a su alrededor y levemente la ronda que se había formado en torno a él se desarmó, algunos de ellos se estaban comenzando a alejar, otros ya se habían percatado de quien era la persona con la que pretendían pelear.

—Eso es inhumano —dijo uno de los tipos, su voz temblaba

—Es Rhys Windsor... El Demonio de Remia —respondió uno de sus compañeros, cuando al mencionar su apodo cambió su rostro a uno de pánico.

Un pánico sensato, porque lo que sucedió a continuación le dio la razón.

Rhys comenzó a correr entre sus contrincantes, cortándolo todo a su paso, su velocidad era tanta que ni siquiera usó su energía para reforzar las espadas, rápidamente vio como caían uno a uno aquellos que intentaban responder con un ataque. Su personalidad arrogante brillaba junto con su destreza, junto con su fuerza, junto con su monstruosidad... Nunca nadie debía de meterse con Rhys Windsor, y no había otra manera que aprenderlo que no sea por las malas.

Rhys incluso antes de aprender a utilizar su Energía del Alma era un ser humano bastante superior al promedio. Siempre puso su entrenamiento físico como base ante todo, porque sabía que la Energía del Alma más que aumentar el poder que se poseyera, también amplificaba la fuerza física, velocidad, percepción, reflejos y todo lo que tuviera que ver con el cuerpo humano, por lo que si alguien era débil físicamente, la energía no podría hacer mucho para transformarlo en algo sobrehumano.

Con dieciséis años él ya había afinado lo suficiente sus cinco sentidos como para ser capaz de percibir hasta el más mínimo detalle a su alrededor... Por eso no se le tornó difícil, incluso entre todo el alboroto que sus contrincantes habían formado, percibir ese ataque que se dirigía hacia él a distancia... Dos balas, una de cada costado.

Entre el movimiento que hacía esquivando los ataques de los demás, también se le sumó esa ligera inclinación de su cabeza que hizo que las balas que iban dirigidas a esta pasaran de largo, impactando con dos de sus rivales... Vaya, incluso los ataques que iban hacía él estaban de su lado.

Cuando pudo divisar de donde venían las balas alcanzó a encontrar dos francotiradores en la cima de unas construcciones que rodeaban el campo de batalla. Con destreza, lanzó sus espadas a los dos francotiradores que estaban preparándose para disparar un nuevo ataque, los destruyó sólo con ese lanzamiento. Tomó dos espadas nuevas de los otros caídos, para luego sin parar, acabar uno tras otro a todos los rivales que fueran a atacarlo.

Cuando notó que ya quedaban pocos enemigos, caminó hasta ellos y se paró a unos metros. Su apariencia era lúgubre, de terror, tan intimidante como asombrosa, su rostro y ropas bañadas en sangre, sus manos sosteniendo las espadas que goteaban a cada paso, sus ojos afilados, helados y oscuros... Su presencia imponía respeto y hegemonía... El Demonio de Remia había regresado.

Bajando los brazos soltó las espadas que sostenía, y con una pizca de clemencia en su alma, antes de dejarse llevar por completo, les dio un ultimátum.

—Este es su momento de retirarse, si no quieren terminar como todos ellos, huyan... Antes de que ya no tengan salvación —declaró, con la mirada perdida.

Quedaban solamente seis de los veinte iniciales, pero ante el aviso de Rhys, ninguno se inmutó, quizás fue el miedo, o el respeto, o el honor de morir por las manos de Rhys, pero ninguno cedió, y todos se prepararon para atacarlo una última vez.

—Ya veo... —musitó Rhys, agachándose y tomando un cuchillo que se encontraba en el suelo—. Parece que decidieron quedarse... Entonces conocerán su final —añadió, y su filosa mirada cortó el ambiente, esa mirada hizo una sola cosa... Los sentenció a su muerte.

 

Al mismo tiempo...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 30 de Junio - Año 525

 

—¿Alguna vez pensaste que dormiríamos juntos? —la pregunta de Zenda rompió el silencio que se había formado en la habitación.

Vlas se encontraba pensativo, no tan melancólico, quizás un poco triste, aunque ella todavía se encontraba a su lado, de todas maneras, la hora de decidir se acercaba cada vez más, pero tampoco lo tenía muy ansioso, no sabía cómo sentirse, y frente a la pregunta de su novia, sintió una leve distracción de sus pensamientos.

—Si, un poco lo anhelaba, pero siempre pensé que terminaría sucediendo cuando estuviésemos casados... Y viviéramos juntos, con nuestros hijos, hasta el final... —respondió hasta que su voz casi se dejó de oír.

Sentía como con cada palabra se quebraba un poco más, y antes de romper en llanto prefirió no seguir, y abrazar un poco más fuerte a Zenda.

—Lastimosamente no podremos cumplir nuestro propósito —respondió ella, notando la actitud de Vlas, apretó su mano y se recostó en su pecho—. ¿Sabes? Desde que me lo dijiste siempre tuve una pregunta en mi cabeza, ¿Realmente te querías casar conmigo o sólo era un capricho?

Vlas rio.

—Al principio era un capricho, como un reto a mí mismo, tú sabes, era un niño, pero estaba enamorado de ti, demasiado... Aunque con el pasar del tiempo se convirtió en un propósito, en mi motivo de vida, y al enfrentar mi futuro sólo quería una cosa, quedarme a tu lado por siempre —respondió, girando su rostro y mirándola a los ojos.

Zenda quedó en silencio por un rato.

—Te escuché cuando estabas hablando con tu hermano y Lara sobre mí, y sobre lo que sentías —declaró, tomando a Vlas por sorpresa.

—Oh... Lo siento por mentirte, no quería que te sintieras mal al saber lo que realmente sentía yo, lo he ocultado porque me has recalcado todo el día que no querías sentirte triste, y creí que si yo sí lo estaba, tú no podrías evitar hacerlo.

—No lo sientas, de hecho, veía raro que no te afectaba todo lo que estaba sucediendo conmigo, contigo o con tu hermano, no me di cuenta que tú estabas tan pendiente de mí que dejaste de lado tu propia estabilidad emocional, yo fui egoísta al no haberte hecho saber eso, y pretender que sólo pensaras en mi... Mas sabiendo que la persona que debe decidir eres tú, y que inevitablemente te martirizarás por eso, porque así funciona la mente, somos más débiles de lo que parece, y ante un suceso así es cuando más se demuestra.

—Igualmente, ese sentimiento sólo me acometió hoy, ahora que estoy contigo no siento lo mismo, esa es la razón del porqué no quiero dejarte ir, tú me quitas cualquier tipo de tristeza, si estoy contigo no pienso en nada más, y anhelo que jamás acabe... Por eso no puedo dejar de pensar, ¿Cómo podría seguir luego de esto?

—Yo quiero que sigas, Vlas... Debes saber que no puedes dejarte llevar por esos sentimientos, si pudiste superar la perdida de tu hermano, podrás superar la mía, tienes a Rhys, a Lara, a Kora, a tu familia, no estás solo, nunca lo estarás... Yo no quiero que tú pierdas esa sonrisa, me lo prometiste, ¿Cierto? Lo último que veríamos de cada uno sería una sonrisa, hagámoslo por los dos, tú tienes toda una vida por delante, quiero que seas feliz, Vlas, quiero que me superes y no te sientas culpable toda la vida por algo de lo que no podías hacer nada... Quiero que esto no sea en vano —respondió Zenda, tomándole la mano con fuerza a medida que se daba la vuelta en su lugar, y se sentaba en sus piernas. Cuando quedaron enfrentados sus miradas se cruzaron y Zenda le sonrió—. Sólo dame la mano, y deja que el tiempo pase, ya no tiene sentido limitarnos, quiero estar contigo por y para siempre... Demuéstrame tu amor, Vlas... Te entrego mi vida —le susurró al oído con deseo.

 A Vlas le tomó por sorpresa la actitud de Zenda, sabía por dónde iba la situación, y aunque suponía su mayor muestra de confianza, su unión, su demostración más grande de cariño... No estaba totalmente seguro de lo que estaba por suceder, y no pudo evitar intentar aplazar la situación.

—¿Sabes? Tu sonrisa es un regalo, Zenda... Gracias a ti, mi vida es lo que es, gracias a ti, pude soñar y anhelar mi felicidad, pude amar más allá de lo que pensaba que podía, pero no estoy totalmente seguro de lo siguiente, siento que eso ya sería otro paso, y no quiero que lo hagas solamente por mí, ¿Estás segura de esto? ¿Tú también lo quieres? —preguntó mirándola a los ojos.

Buscando su confirmación, una señal... Buscando el «sí».

—Nunca dejes de sonreír, no pierdas esa felicidad que hay en ti, yo no te entregué la felicidad, ni ella depende de mí, sólo la alimenté un poco, siempre fue una consecuencia de tu esfuerzo... Desde ahora es momento de que tú veas que eres lo que eres gracias a ti... Yo ayudé, y lo hice porque te amo, pero eso no era suficiente, ya que sin tu fortaleza y fuerza de voluntad nada hubiera sido posible... Vive Vlas, hazlo por ti, vive y sé feliz... Te amo, y te amaré por siempre, mi vida —respondió Zenda, cuando sin dejar que Vlas respondiera, sólo se acercó a su rostro y unió sus labios a los suyos, dejando paso a un intenso beso, demostrando su seguridad, respondiendo la pregunta de Vlas y permitiendo que ambos llegaran al siguiente nivel.

Superando la línea de su amor, ambos volviéndose uno por la eternidad.

 

Después...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 1 de Julio - Año 525

 

VLAS

 

 Ya nada tenía sentido, todo lo que me había pasado en mi vida no tenía sentido, Zenda le quitó todo el sentido, derrumbó mi teoría, me dejó en jaque. Todavía seguía sin entender como había logrado cada cosa. Mi seguridad se había convertido en un escudo para esconder mi verdadero yo, siempre tuve miedo de perder lo que más amaba, y lo que me mantenía a flote. Sabía que el día que algo así sucediera nada iba a ser igual, aun así, si ella me decía que no la necesitaba para ser lo que yo quería ser, me debía replantear lo que seguramente era una equivocación mía. ¿Había logrado todo gracias a mi propia fuerza de voluntad, o sólo era dependiente de ella?

No importaba lo que sucediera desde ahora en más, todo cambiará de todas formas, debía demostrar de lo que realmente estaba hecho, debía demostrar lo que le prometí, debía ser la persona que ella vio aquél día el cual me salvó, debía ser de quien se enamoró, debía ser yo. Vlas Windsor.

 Zenda estaba dormida a mi lado, esperando su muerte... Era extraño, se veía tan inocente, tan tranquila... Supongo que cuando aceptas algo de tal manera no sientes ningún tipo de arrepentimiento, y sólo miras hacia el futuro con una sonrisa... Espero poder lograr algo así algún día. Espero poder aprender a vivir como ella.

 Acabábamos de convertirnos en uno, realmente había sido un momento único. Tanto la amaba que no podía aceptar vivir sin ella cada día desde ahora, pero debía aceptarlo y pensar en sus palabras: «Vive Vlas, hazlo por ti, vive y sé feliz». Esas palabras resonarían en mi cabeza por la eternidad, o hasta el final de mis días. Y viviría toda mi vida pensando en su sonrisa, sin más.

Tendría que seguir adelante, cumplir con la promesa que le había hecho, ser feliz, vivir mi vida, y cuando llegara el momento en el cual mi futuro sea el que siempre anhelé, cuando llegue el momento del final... Mostrárselo a una estrella brillante... Por una noche eterna. 

Ya había pasado la medianoche cuando escuché un intenso estruendo que saturó mis oídos. Sabía lo que era, por eso salté de la cama con rapidez y alcé la persiana de mi habitación. No podía creer lo que veía en el cielo, un destello de luces tal y como una aurora en el invierno, sumado a un estruendo que parecía venir de Dunch, la ciudad vecina.

 «El séptimo impacto», pensé. Ya sabía lo que eso significaba, Rhys había mencionado mil veces lo que sucedería luego de que ese suceso ocurriera. Ante esta realización, mi corazón se encogió, sentí como levemente comenzaban a invadirme esos sentimientos que estaba intentando esquivar.

 Por instinto, mire hacia la cama, Zenda yacía dormida, descansaba en tranquilidad, se veía hermosa. Frente a esto, un sentimiento de angustia comenzó a surgir dentro de mí, era la última vez que la vería con vida, era la última vez que podría sentirme bien con su presencia.

Fue involuntario, al parecer no podía hacer nada ante lo que estaba por suceder. Mi cuerpo comenzó a dormirse solo, y estaba comenzando a ver borroso, era hora de enfrentarme a mis miedos y decidir para siempre mi destino... Y el de Zenda. La besé por última vez cuando ya me encontraba en mi límite, para luego caer inconsciente a su lado.

Esperando despertar en un mundo donde todo hubiese sido un sueño.


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