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19.17% La Leyenda del Scire / Chapter 14: Capítulo 12: Resistir – Sueño de primavera II  

Chương 14: Capítulo 12: Resistir – Sueño de primavera II  

Remia, Gala, Distrito Comercial - 5 de Junio - Año 525

—Sólo queda una reunión más, luego deberemos viajar a Zenith —informó Rygal, mientras leía algunos papeles que sostenía en sus manos.

Clio se encontraba a su lado, en el asiento trasero de la camioneta que en ese momento los estaba llevando de regreso al hotel luego de la reunión de la tarde.

—¿Cuándo es la reunión en Zenith? —preguntó ella.

—Hmm... No lo sé, la semana que viene quizás, ¿Por qué preguntas?

—Estoy cansada, y quisiera dejar de viajar... ¿Podemos ir en unos días? Si no quieres que volvamos a Crystel al menos podemos quedarnos aquí, puedo trabajar en la habitación del hotel —expresó ella.

Rygal no corrió su mirada de los papeles que estaba leyendo. Aunque eso no hizo que evitara notar el ligero cansancio que Clio reflejaba en su voz, ella tenía razón, aun así, podía estar haciéndolo adrede.

—¿Cansada? —preguntó él, con algo reticencia.

—No me refiero a ese tipo de cansancio Rygal... Pero se me han acumulado muchas cosas en la mente el último mes, desde lo sucedido en Ajax, hasta la revelación sobre el futuro de mi hijo, y el regreso del otro... La nostalgia que causó este reencuentro, y tú, en su totalidad... Ya no puedo cargar con tanto Rygal, es fácil cansarse, es fácil pensar en ceder.

¿Por qué le estaba diciendo todo eso? Ella sabía que a pesar de que él se hiciera el desentendido en cuanto a su situación, realmente le importaba lo que ella sentía, porque aunque fuera tan injusto y cínico con ella, y con sus sentimientos, ella podía sentirse segura a su lado, irónicamente. Quizás esa seguridad fue lo que hizo que lo viera como una forma de desahogarse. Ella sólo quería hablar, dejar salir tal agobio que la estaba hundiendo emocionalmente, como nunca antes... Sólo hablar, sin necesidad de respuesta, y él estaba ahí, como lo había notado, siempre estaba ahí... Y podía escucharla... Sólo escuchar.

—A veces siento que a pesar de todo lo que pasamos, y el estado de nuestra relación actualmente... Soy el único que te entiende, Clio. —Rygal soltó sus papeles, dejándolos dentro de un sobre que colgaba frente a su asiento.

Miró a su esposa, quien luego de haber dicho todo eso se había recostado más a su asiento, con su cabeza apoyada en el reposacabezas de este. Y sus ojos cerrados. Notó su pecho subir y bajar rápidamente, ella respiraba hondo, como meditando.

—Con nosotros somos honestos, sólo podemos serlo de esta manera... Estoy harta de mentir por tu culpa, de vivir en una farsa, ocultando mis sentimientos, casi deshumanizándome para que nada se derrumbe a mi alrededor, a costa de hacerlo yo por dentro... Alguien debe escuchar mis quejas, ¿No es así? —preguntó ella, y se tomó el atrevimiento de usar un poco de sarcasmo. Rygal lo notó, y comenzó a reír—. He aprendido algunas cosas de ti, Rygal —señaló.

—¿Recuerdas cuando nos enteramos de tu segundo embarazo? —preguntó él, cambiando la dirección de la conversación.

«¿A qué quiere llegar?», pensó Clio, esa pregunta la tomó desprevenida, y la confundió. Ciertamente recordaba esos días. Ella había terminado la universidad ese año, estaba comenzando su carrera como economista, con veinticinco años, un Rhys pequeño, y algo insatisfecha con su vida en pareja. Rygal nunca estaba en la casa, y cuando lo hacía, no era un tiempo agradable, siempre estaba en una que otra llamada, o en su oficina, con trabajo extra. Ella podía comprenderlo, la nación se estaba volviendo muy importante en el mundo, gracias a él, más que nada, y debía encargarse de cientos de cosas que a veces sobrepasaban su propio esfuerzo, y de ahí, debía dar un poco más, y un poco más... Pero al final, nunca estaba para ella.

Demian no fue esperado, fue concebido luego de una noche con él en una de sus esporádicas visitas a la casa. Extrañamente, él tomó la noticia con gran recepción. Con este hecho, él comenzó a pasar más tiempo en la casa, acompañándola en el proceso, o cuidando a Rhys cuando ella no podía. Para ella, esto no era sólo algo nuevo, sino que demasiado bueno para ser real. Rhys tenía casi seis años, y desde su nacimiento, y el comienzo del extraño actuar de Rygal, ella no había sentido ese trato por parte de su esposo, aun pasando noches con él, o conociendo esos sentimientos que él escasas veces le dejaba en claro.

El lapso de nueve meses en el cual estuvo embarazada de Demian fue probablemente la mejor etapa de su vida en familia con Rygal, luego de haberse casado, porque ella, y estaba segura de que él también, podía asegurar que en realidad el mejor momento de su relación... Fue cuando se conocieron. Cuando la inocencia los rodeaba, y darse un beso significaba un universo entero que ambos formaban en sus mentes, donde sólo importaban ellos dos, y lo mucho que se amaban... Esos días que no volverían, y que aguardaron un destino inesperado para ambos... O tal vez no para él, sino que sólo para ella.

—Nuestro mejor momento —replicó ella, cerca de esbozar una sonrisa.

—Eso es algo que siempre pongo a debate, en realidad creo que fue antes del nacimiento de Vlas.

—¿Cuándo ya me habías sido infiel? Muchas veces —ella recordó, la sonrisa que estuvo a punto de dejarse ver se volvió seriedad al fruncir el ceño.

—Mucho tiempo atrás, Clio... Eso nunca significó nada, y lo sabes.

—Para ti nada significa algo, Rygal.

—Tal vez tengas razón, pero no te importó mucho eso cuando decidiste formar una familia conmigo, sólo seguiste adelante, haciendo caso omiso a mis acciones... No te estoy echando la culpa, sólo estoy dejando en claro que, a pesar de todo, ha significado algo, porque no estaría aquí de no ser así.

—Si ha significado algo entonces estarás de acuerdo conmigo si digo que nuestra vida ya no tiene remedio, nada de lo que pasó se arreglara, y nos queda resistir el camino hasta llegar al destino, el que tú hayas creado, o el que Rhys decida... Yo ni siquiera tengo el poder para proponer otra opción, sólo quiero que Vlas no termine como Rhys, o peor aún, como Demian... Por eso todavía sigo adelante, ya nada tiene sentido —dijo ella, casi susurrando, se sentía triste percatándose de sus pensamientos que desencadenaban esas emociones. Y junto a él, no podía pensar otra cosa, su esperanza había sido otorgada a otra persona, y ella no podía hacer nada, como siempre.

—Te subestimas, y crees que no puedes hacer nada, pero... Tú sabes que eres la única que puede evitarlo.

La mención de él le recordó esas palabras que le dijo el día que su relación se quebró completamente. Ese día en el cual sus sentimientos salieron a la luz, y ella conoció la oscuridad del alma de Rygal. Ese día tuvo que decidir, si alejarse de él y perder a Rhys, o mantenerse a su lado y que su familia siga unida, aunque a través de una farsa, y su sufrimiento cada vez más intenso, ocultando su tristeza de sus hijos, resistiendo el dolor, porque no podía dejar de ser débil, y de querer que él se quedara a su lado, no podía dejarlo ir... Perdería más de lo que ganaría, porque ella no importaba para nada si sus hijos acababan de la peor manera... Como él.

 «Es una tragedia», fue lo único que oyó el día del funeral de Demian, repetidas veces, hasta que su mente ya no quiso oír más, y aceptó que no había salvación. Su alma estaba destruida, hecha trizas, y supo que, en realidad, nunca hubo una decisión correcta, eligiera lo que eligiera, ese dolor iba a persistir, y sus hijos no serían la excepción, ya que eran parte de ella. Quererlo todo fue parte de su caída, pero soltarle la mano a una parte de sí misma no era la respuesta a su dolor, y tuvo que afrontar las consecuencias... Sin Rhys, sin Demian, sin Rygal... Sólo le quedó Vlas... Y asumió esa responsabilidad, ser la pared que evitaba su realidad, no podía perder a otro hijo, no podía verlo caer al abismo, no podía permitir quedarse sola y ser la culpable de la destrucción del motivo de su vida... Protegerlo fue su única tarea, por años. Y se volvió fría, tragándose esos sentimientos que quería dejarle en claro, sabía que si lo hacía se quebraría, y no habría marcha atrás. Sufrió en silencio, alejada de su hijo, sin contagiarle nada de lo que ella sentía, sin cometer ese error que le quitó a Demian y Rhys.

«Tu esperanza volverá», quiso convencerse, en sus sueños, viendo a sus hijos felices, juntos, con ella, casi por la eternidad. Aunque se volvía una pesadilla cuando se despertaba y la oscuridad de la habitación le dejaba en claro su soledad, percatándose de que no era así... De que esa era su realidad, la realidad que eligió vivir... Para que la de su hijo fuera otra.

Rhys volvió. Y el anhelo de sus sueños se hizo realidad, una realidad que también había elegido, muchos años atrás, cuando creyó haberlo perdido todo. Quizás Demian no tuvo salvación, pero fue la de Rhys, y Rhys sería la de Vlas... Y ellos, la de ella. Tal vez, no todo era una tragedia, tal vez, su realidad no era su realidad... Tal vez, sí era la única que podía evitarlo, pero no de la manera que él creía... Tal vez, tomó la decisión correcta... Porque la esperanza no fue su perdición, fue sólo una apuesta al destino... Del cual ni siquiera tenía conocimiento.

«No eres débil por amar... Eres débil por creer que el amor es tu debilidad...», ella escuchó eso un día, en uno de sus sueños. Creyó que sólo era una simple forma de querer expiar sus pecados, y no hacerse cargo de sus errores... Pero tenía razón, su corazón tenía razón, amar no fue su perdición... Por eso, nunca pudo odiarlo, por mucho que la hiciera sufrir. Por eso... Él tenía razón... Ella era la única... La única que podía evitarlo.

«¿Cierto, Rhys?», pensó. Recordando su rostro, de bebé, y esas palabras... Que le daban algo de vida... Después de tanto.

—No es mi naturaleza pensar así, Rygal... Me conoces, y es algo que sabes. —Ella giró su rostro, la mirada de plata de su esposo se encontró con la suya. Ella sonrió, ya que, pasara lo que pasara... Existía un único final—. En realidad, lo que realmente dejé atrás fue un poco de mi amor, para que ellos sepan qué es lo más importante en la vida... Eso es lo único que puede evitarlo... Eso es lo único que tú no nos puedes quitar... Ni de ti mismo... Rygal Di Rem.

Él sonrió, Clio era extraordinaria, sólo ella podía hacerlo sentir así... Con ganas de vivir... Con ganas... De no estar solo... Hasta el final.

«Si lo sabrás, Clio Windsor... Conoces ese destino, ese último gesto de amor... Sólo por ti».

 

Mientras tanto...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 5 de Junio - Año 525

 

Leah soltó un bostezo, abrir sus ojos fue un trabajo arduo. «Sólo una pequeña siesta», dijo cuando se recostó en la cama, y sin siquiera darse cuenta, cayó dormida... Ni la alarma logró escuchar.

—Vaya... ¿Qué hora es? —preguntó, estirándose en su cama, hasta conseguir tomar su celular, este estaba bajo la almohada, fue un milagro que no lo aplastara—. Ya es tarde —dijo, al divisar que eran las 5:15 p.m. Había dormido más de tres horas.

Tomó una ducha rápida, suficiente para quitarse la pereza que la siesta le había dejado. Al bajar a la cocina se encontró con la casa vacía, y en silencio. Todas las luces que se encontraban apagadas se encendieron al momento en el cual ella tocó un interruptor en la pared, haciendo que pudiera encontrar la de la cocina. Aunque hubiera estado ya casi dos días en la casa, todavía se le complicaba ubicar las habitaciones, esta era tan inmensa que cuando entraba por un pasillo, salía por otro, y que tuviera dos cocinas, una arriba y otra en la planta baja, no ayudaba nada. 

«Veamos... ¿Qué hay para comer aquí», se preguntó, buscando algo en el refrigerador.

Encontró algo de jamón, y otro poco de queso, lo suficiente para hacer un sándwich. También preparó café, estuvo varios minutos intentado descifrar cómo funcionaba la cafetera, con todos esos botones e interruptores, la de su casa no era tan compleja, era sólo colocar una jarra y que se hiciera solo. Al final, era tan fácil como apretar el botón de «Expreso». Ella ni siquiera quería algo tan elaborado como un cappuccino o un latte.

—¿Estás sola?

Ella se había sentado en la sala de televisión, con su casi merienda, no sabía muy bien qué se supone que era, porque ni siquiera había almorzado esa tarde. Había una serie que quería terminar, y tuvo suerte de que la televisión tenía canales de pago de Fons. Ni siquiera iba por la mitad del capítulo cuando la llegada de alguien la interrumpió.

—Oh, Rhys... Volviste temprano. —Notó ella, al verlo parado bajo el umbral de la puerta.

—No, volví tarde, ¿Está bien tu reloj? —él preguntó riendo.

—Dormí una pequeña siesta... De unas tres horas —ella respondió, esbozando una sonrisa.

—¿Qué estabas viendo? —Él se acercó al sillón, y se lanzó en este, recostándose al lado de ella.

Resurrección —señaló.

—Oh, yo la vi, ¿En qué parte vas?

—En la de la guerra civil... Cuando Sher mata Ubal luego de enterarse lo de su hija —contó.

—Sher se merecía ganarla —aludió Rhys.

Leah rápidamente le dio una fría mirada.

—Rhys... ¿Eres tonto? ¿Cómo que Sher no gana la guerra? —protestó, molesta. Ella había estado muy concentrada en la serie, y había intentado evitar la mayor cantidad de destripes posibles no buscando nada sobre ella en internet... Pero tuvo que llegar él.

—Oh, perdón... Lo olvidé. —Él comenzó a reír—. Igualmente, eso no delata nada, lo importante es el transcurso de esta, el final estaba decidido desde que no aceptó la ayuda de Jeyna y su ejército.

—Pero es la esposa de su hermano, con el que estaba peleado desde la muerte de sus padres, además habían tenido una historia, nadie lo haría.

—Es una guerra, Leah, debes intentar tener la mayor cantidad de aliados posibles, aparte, ella era la madre de su hija, ¿Cómo no va a aceptar pelear juntos la guerra que se desató por su muerte? Es una venganza.

—Venganza o no, sus principios evitaban que lo hiciera, ninguno de los dos tuvo la culpa de la orden de la familia Rotterley... Que Jeyna e Yrker se casaran fue solamente un movimiento político.

—Un movimiento político que terminó beneficiando a Dragonia ya que obtuvo mucho poderío militar, de igual manera, pasado lo que haya pasado entre Sher y Jeyna, a Yrker no le importaba mucho la relación de ellos, él sólo quería que Dragonia ganara la guerra, pero no podía enfrentarse a su hermano, hizo lo posible con ese pedido a Jeyna, pero el honor de Sher era más grande que el amor que le tenía.

—¿Sher amó más a Bryanna de lo que amó a Jeyna? 

—Probablemente... Por ella no desató una guerra, que sabía que iba a perder, ya que aunque Dragonia fuera tan fuerte, no era para nada competencia para Goldland, y así, aguardó su destino. 

—Rhys... ¿Tu desatarías una guerra por Lara? —ella preguntó. Luego de algunos minutos en silencio mientras el capítulo seguía reproduciéndose.

—¿Y eso? —Rhys se vio sorprendido por esa pregunta, no supo muy bien cómo tomarla.

—Es que, tu amas a Lara tanto como Sher amaba a Bryanna, ¿Cierto? Y si me pongo a pensar, no sonaría tan loco asumir que tu serías capaz de tanto por ella... Si no lo hiciste ya en el pasado —se explicó la chica.

—Una guerra es difícil de llevar, trae más consecuencias negativas que positivas, para quien sea, porque nadie está ni estará a salvo... Luego de haberlo experimentado en carne propia he intentado evitar cualquier situación que desemboque en una, no quiero llevarlos hasta ese lugar, perderé más de lo que siquiera intente ganar. —Rhys jugó un poco con el botón de su camisa—. Aunque... Si fuera por Lara —paró—. Si fuera por Lara... Sería capaz —aseguró.

—¿Sólo por ella? Porque sé que volviste por Vlas, y que nada asegura que esto no termine en una guerra... Donde él estará muy vulnerable... ¿Por él también serías capaz? —ella inquirió.

Rhys se sintió en una encrucijada. Aunque no por las preguntas de Leah, estas tenían respuestas obvias, más bien, veía sus respuestas algo equivocas a la personalidad que siempre le demostró a ella. Leah sabía sobre su pasado, sobre la guerra, sobre los problemas con Lara, con su padre, y con tantas personas que lo veían como un enemigo. Pero no era algo que acostumbraban a hablar, eran simples detalles que dejaban algo de sustentabilidad en claro, para que las razones que formaban de base a su camino, no fueran vacías.

Él sería capaz de ir a la guerra por todos, por ella, por su madre, por su esposa, por su hermano, por quien sea, por cualquier ser querido. Iría a la guerra para acabar por siempre con Rygal, para asegurar que ellos estuvieran a salvo, inclusive si él faltaba en el futuro... Inclusive si el destino quedaba en sus manos, y Rhys Windsor pagaba sus pecados con su vida... La consecuencia definitoria de la guerra.

—Sí... Lo haría —asintió.

La chica lo miró con curiosidad. Dispuesta a hacerle esa pregunta, aunque con las respuestas de las anteriores ya tenía en claro lo que Rhys iba a responderle a la última.

—Él... —comenzó—. Él aguarda un destino trágico también, ¿Cierto? —preguntó, con suavidad en su voz, sabía que hablar de ese tema le afectaba mucho a Rhys, y quería ser prudente con sus palabras.

—La realidad es abrumadora, la vida no es justa, y eso no se puede cambiar, a cualquiera le puede llegar el momento en el cual debe tomar tal decisión, y se considere trágica o no... No se puede hacer mucho —respondió Rhys, bajando su mirada con cierta angustia en su voz—. Vlas es fuerte, confío en él... Sólo puedo decir eso, yo no tengo el control de nada —añadió.

Leah notó como su voz casi se quiebra al final. Nunca había visto, o escuchado, a Rhys llorar. Y eso le sorprendía, porque sabía que las personas eran débiles, ella misma había llorado muchas veces, entre el recuerdo de sus padres y su propia frustración. También Lara, ella sentía que su madre era la persona más humana que conocía, esa sensación de arraigo a los sentimientos, a la realidad, aquella que afronta la vida, y el hecho de amar para encontrar la salvación. Lara era consecuente con sus actos, así como con sus emociones, y sus acciones, ella era genuina, y aunque repleta de contradicciones y arrepentimientos, siempre dejaba ver mucho de sí misma, algo que Leah apreciaba, porque nadie sería capaz de dar tal confianza a otra persona como para mostrar esa debilidad que desemboca en la ruina del alma. Pero lo que veía en Lara, no lo veía en Rhys. Su humanidad... Era difusa, o ciertamente oculta, casi como un pequeño resquicio en lo más profundo de su alma... Con varias capas que lo aislaban de la realidad, con un caparazón suficientemente fuerte como para no dejarla salir en ningún momento. Rhys no quería verse débil... Ella lo sabía... Pero... Lo que no sabía, era; ¿Por qué?

—Él es muy joven... Tiene toda una vida por delante —dijo ella.

—Sí, como todos... Pero nadie sabe cuándo puede suceder, y ese es el detalle de la vida, el pago de tal regalo... Toda causa tiene su consecuencia... Y hay que afrontarlas, sino... ¿Qué sentido tendría no aprender nada en el camino? Es un ciclo de nunca acabar, no se aprecia todo en su totalidad... Y para eso, se necesita sufrir... No es un opción, es una obligación... Una obligación para un futuro incierto, tanto como inevitable... Las personas no quieren vivir procurando la aceptación de la muerte, se aferran a la vida, pero de tanto resistirte a la muerte... Te olvidas de vivir... Y esa es la tragedia de la vida. 

—Aceptar la muerte significa dejar de temerle a la soledad... Y eso es imposible.

—Por lo tanto... La vida se trata de resistirse, de caer y levantarse, una y otra vez, repleto de dolor, o de desesperanza, procurando un futuro por lo menos feliz, con una búsqueda perpetua... Es trágico, pero es hermoso al mismo tiempo... Buscar un sentido para dejar de sufrir, para encontrar la felicidad, para que te dé algo de esperanza... Dejarse llevar por los sentimientos... Y aferrarse a la vida... Tan hermoso... Al final, por lo menos no habrá arrepentimientos... O si los hay, no serán tantos.

—Te aferraste a la vida, Rhys... ¿Cierto?

—Como todos, nadie está preparado para morir... Aunque lo anhelen con toda su alma... En el momento decisivo... Querrán vivir... Querrán volver atrás... Pero ya no habrá salvación... Por eso, intento prolongar mi destino lo más que puedo... Y el de todas las personas que amo... Quiero que vivan... Es mi único motivo para vivir también.


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