—¿Te sientes mejor? —preguntó Cenit, con preocupación en su voz cuando le entregó un vaso de agua para calmar sus nervios.
—Gracias —murmuró Amanecer, tomó el vaso y bebió el agua para humedecer su garganta. Había estado llorando durante dos horas seguidas sin motivo alguno, pero al mismo tiempo, se sentía justificada para sentirse extremadamente triste por los recuerdos que destellaban en su mente.
¿Qué era eso? Se sentía como si hubiera pasado por una vida llena de miseria.
—¿Cómo te sientes? —Cenit extendió su mano para acariciar su cabeza, pero Amanecer se estremeció ante su toque por instinto. La mano de Cenit se detuvo y luego la bajó.
—Yo- Estoy bien, pero ¿puedes dejarme sola un rato? —preguntó Amanecer, jugueteando con sus dedos. No quería mirar a Cenit. Había una fuerte ira que sentía dentro de ella.
Mientras tanto, Cenit podía sentir que el vínculo de pareja entre ellos estaba tenso y era difícil escuchar lo que ella estaba pensando. Ella se estaba alejando de él...