Eveline Elysadne, plebeya
Desperté mucho más temprano. Preparandome para el nuevo día; me ducho, y me pongo mi traje de servicio.
Ya terminado de preparar todo lo importante para el principe, me dirijo hasta su recamara.
Allí estaban su hermana y su guardaespaldas; nunca había hablado con la princesa. Pero era alguien realmente hermosa... la verdad nunca había visto a alguien con tal belleza.
Tenía un hermoso cuerpo, aunnque nada exagerado, los ojos ambar, y el pelo oscuro le caía en cascada hasta su baja cintura; hoy llevaba dos pequeñas trenzas por la parte de atras con el pelo suelto.
.- ¿Ya has preparado todo para el príncipe?-Me pregunta ella
.- Buenos días. Por supuesto, señorita-Digo inclinando la cabeza
Parecía demandante... esperaba y no fuera como su hermano. O ambos se las empañarían en retorcerme los huesos.
El príncipe hablaba algo con su hermana; luego llegaron dos guardas a avisarle al príncipe que la caroza había llegado.
Todos salimos fuera y alguien recojió su equipaje, junto con lo que estaba en mi mano.
Agradecía eternamente no tener la obligación de ser quien acompañaba al príncipe en esas semanas de entrenamiento que siempre tenía. Pues de eso se encargaba su paje.
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Ya acabado el día, me fui a mi cuarto; llevaba mucho sin enviarle una carta a mis padres, y a mi mejor amigo Elio. Seguro esperaban alguna noticia de que estaba bien; las cartas se recojían un día específico cada semana. Pero la semana pasada no me fue posible, pues se llevan una cantidad exacta. Así que entregaría las de la semana pasada y las de esta, explicando porque no pude hacerlo antes.
Tampoco había recibido nada de mis padres ni de mi amigo, lo que me parecía raro.
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Pronto estuvímos todos los del equipo de servicio, y todos aquellos que tenían familiares fuera del palacio en una fila.
Llevaba ya una hora y la fila parecía no querer avanzar. Pareciera que las escríbian justamente ahí; seguro que llegaba mi turno y solo tardaría tres segundos, cada uno con su función importante. Uno: llegar dos: entregar tres: agradecer, la cuarta sería marcharme pero eso no cuenta.
Oh, no. Ya se iban, pues habían recojido la cantidad exacta. Todos se iban. Algunos tristes, otros felices, pues sus familiares tendrían noticias de ellos. (los infelices no reconocían que ellos eran los causantes de que algunos no pudieramos entregar nuestras cartas)
Corrí tras ellos todo lo que pude antes de que subieran a sus transportes y se marcharan.
.- Detenganse!... por favor-Dije con el corazón en la boca, y el pecho subiendo y bajando
.- ¿Que pasa señorita? Todo bien?-Me pregunta un joven como de mi edad, o un poco mayor flaco y alto, vestido con un traje negro
.- Lamentablemente no; necesito con urgencia enviarles nuevas a mis padres, reciban estas porfavor.
Él mira a un hombre mucho mayor que él, que parecía ser el encargado; más bien, el chico parecía nuevo
.- Lo sentimos, señorita. Pero, nos pide algo imposible; tenemos ordenes de nuestro rey, de recibir y entregar solo seiscientos treinta por semana. Pasaremos pronto-Me dice el joven
.- No, no. No entienden-Le agarro de su traje antes de que subiera.- Mis padres esperan con ansias que les notifique que estoy bien... verá. Llevo dos semanas sin poder entregarlas. Unas mas, no harán ninguna diferencia. Nadie los notará
.- Pero señorita, es que...
.- Pongase en mi lugar, porfavor-Lo interrumpo.- Si fuera usted quien no pudiera ver a sus padres. ¿No haría lo posible para por lo menos enviarles algo? Observe usted mismo. Es el único medio que tengo para hablar con ellos. Viven bastante lejos del reino. Ayudeme usted, porfavor.
El suspira y me mira.- ¿Dónde viven?-Pregunta
.- En GÜRZTENGOOT señor, la aldea más pequeña de allá. Al oeste del reino.
.- Esto es lejos-Se frota los ojos
.- Lo es señor! Por eso y más me es imposible verlos. Ayude a su servidora
.- Bien, lo haré. Pero que conste, que será la última vez. No le cuente a nadie sobre eso o me veré en serios problemas, de acuerdo?-Me advierte
.- Sí señor! Es usted un ángel-Le sonrío entregandole las cartas
.- Sí, bien. Entre. Hará que nos pillen-Me sonríe
Y se sube en su carro, y se marcha
Adiós. Susurro agitando los brazos
Me quedo mirando un momento el lugar donde se marcharon, pensando en la cara de mis padres y mi amigo al leer las cartas
.- Vaya Vaya, pero miren a quien tenémos aquí-Escucho una voz femenina detrás de mí.
Me volteo para ver quien es
.- Oh, hola Caelia-Le digo a la chica frente a mí; espero y no haya escuchado la conversación de hace un rato
.- ¿Qué haces sola aquí afuera?-Me pregunta sin disimular su sarcasmo
.- Pues no estoy sola-Le respondo
.- Ah?
.- Estoy aquí contigo
.- Que graciosa, ¿debo agradecer el humor o reírme?-preguntó ella con una sonrisa burlona bailando en sus labios.
.- Pues yo diría que eres libre de hacer lo que quieras. Dime, Caelia, ¿prefieres agradecer o reír?-mi tono llevaba el mismo matiz sarcástico.
Ella hace una mueca de disgusto y se va, haciendo volar dramáticamente su pelo al girar
No me cae bien. Núnca lo ha hecho
Es cierto que me han puesto a mí en lo que fue anteriormente su puesto. Pero necesita calmarse.
Si de mí se tratase. Con gusto y se lo devolviera.
Antes pensaba que era fría conmigo por haber ocupado su lugar, pero que insista en ser descarada conmigo ya cambia todo.
Vuelvo a entrar al palacio, cambiandome de ropa.
Si no estás en servicio, no debes usarlo.
Ese día hice de todo, dibujé, escribí, leí. Hasta ayudé a Hala en algunos trabajos.
Todo iba bien... de maravilla
Sin rastros del principe
Creo que hasta escribí un poema para conmemorar el día
Me duche, para ir a cenar, pues ya se estaba poniendo el sol
Me senté junto a Hala, era agradable poder hablar con alguien, sin la preocupación de que alguien estuviera esperandote para ser creativo en hablarte de mala manera, en mil formas diferentes
Al terminar, me limpié la boca, y fui a mi nuevo lugar favorito... el jardín trasero. Ya le había dado un nombre "Paraíso de las mariposas" era tan hermoso, y más de noche
Me tiré al suelo, y respiré hondo, para hacer entrar en mis fosas nasales todas las fragancias que pudiera aspirar.
cerré los ojos, dejando mi mente libre a la imaginación
cuando siento algo hundirse a mi lado.
Abro de golpe los ojos, sentandome, y me encuentro con Caelia tumbada a mi lado, y con los ojos cerrados
Oh, bien. Lo que faltaba, un estorbador... como no escuché sus pasos?
Ella al notar que la observo, abre los ojos.- ¿Qué? Ahora me dirás que no puedo estár aquí?-Me pregunta sentandose también
Que impertinente la chica. Que alguien por favor le diga lo poco ético que se ve querer aparecer tanto en la vida de alguien
.- Caelia, eres libre de hacer lo que quieras-Digo parandome para irme
.- Ah, soy libre? Pues... solo vengo a pedir una disculpa-Me volteo y la veo sonreírme
.- Disculpa, no tuvimos un buen comienzo. Te apetece sentarte y que charlemos un poco?-Palmea su lado
.- Acepto tus disculpas, pero no. No me apetece sentarme un rato más-Le confieso y la veo divagar con la mirada algo desepcionada.- No malinterpretes. Es que eh estado mucho tiempo aquí y me apetece ir a descansar. Ten una linda noche
No dejo que hable y me marcho; será posible! Ahora no hay privacidad para mi persona.
Era el príncipe, y ahora su loca ex sirvienta. Ya no tengo un jardín para mí sola
Entro a mi cuarto, y rebusco entre mis cosas. Para darme cuenta de que.- Eh perdido mi libretita!-Suelto en un grito
Ay no! Donde lo habré puesto, si siempre está aquí!
Ahora que lo pienso. No lo he usado desde hace un mes.
Por favor! En ella guardo cosas íntimas... y mis dibujos? ¿y mis poemas? ¿y mis confesiónes?
Puse patas arriba mi habitación, y aún así no la encuentro. La habré dejado en casa de mis padres?
.- Hora de dormir!-Escucho hablar a la supervisora, y se apagan todas las luces.
Enciendo una lamparita, y empiezo a escribir en mi diario, todo lo del día de hoy.
Me recuesto en mi cama, repitiendo la oración que desde pequeña me han enseñado, y cierro los ojos para caér en sueño profundo
Tu regalo es la motivación de mi creación. Dame más motivación! He etiquetado este libro, ¡ven y apóyame con un pulgar hacia arriba! ¿Te gusta? Añadir a la biblioteca! ¿Tienes alguna idea sobre mi historia? Coméntalo y házmelo saber.
BYE, BYE!
Evelyne Elisadne Plebeya
Ya faltaba solo un día para que el príncipe volviera. Y estaban con los preparativos, para cuando el príncipe volviera.
Pregúntenme por qué... la verdad es que ni yo le encuentro sentido. No es que vuelva de una guerra o algo así. Total al príncipe le vale todo eso. Según se, nunca le ha prestado atención a esas cosas.
Fui asignada a OBVIAMENTE limpiar los aposentos del "señor, el príncipe"
Todos ejecutaban la misma rutína: correr de un lado a otro
Odiaba correr de un lado a otro, eso mareaba
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El sol comenzaba a descender, cuando me vi en la necesidad de apresurarme, instigada por los reproches de una supervisora.
Choco con alguien y el sonido hueco de la colisión nos envuelve.
.- ¡Maldición!
.- Lo siento, no fue mi intención...-Intento explicar, pero entonces reconozco a la persona en el suelo: era Caelia. Por un instante, agradezco que el choque la haya desequilibrado.
.- Ayúdame a levantarme-Me pide.
Siguiendo mi instinto, me apresuro a ayudarla.
Estoy a punto de retirarme cuando ella me retiene.
.- ¿Y ahora qué, Caelia?-Le pregunto, ya un tanto agotada.
.- Así que ahora eres la nueva sirvienta personal de nuestro príncipe-Su tono lleva un rastro de indignación.
.- Vaya novedad-Murmuro apenas audible.
.- Literalmente me apartaron para ponerte a ti-Dice con amargura.
.- Qué pena-Respondo.
.- O sea que...
.- Oye, Caelia. Si te sirve de consuelo, sigo pensando que eras la mejor para ese trabajo, aunque no supiera de qué forma lo hacías. El hecho de que estés aquí quejándote de que te... apartaran y me pusieran a mí, demuestra que algo no cuadra. Seguro y eras apasionada en lo que hacías-Expreso.
.- Exacto
.- Vaya, entonces gracias por tu comprensión-Hago un gesto para irme, pero ella vuelve a retenerme.
.- No podrías simplemente decir que no quieres?-Sugiere.
.- Moriría diciéndolo. El punto es que me hagan caso
.- ¡Renuncia! O no sé, haz algo... escapa
.- Nadie más sagaz que tú-Respondo sarcásticamente.
Trato de alejarme, pero nuevamente me jala.
.- No soy un trapo. Deja de jalarme. No soy la culpable de tus problemas-La enfrento.
Ella cambia su mirada a una sombría y me estampa contra la pared. ¿De dónde sacó tanta fuerza?
.- Aléjate de él-Me advierte.
.- ¿Te gusta el príncipe? ¿Es eso?-Pregunto, un tanto desconcertada.
.- Qué rápido te enteraste, Eveline-Responde con sarcasmo.
.- Pues estás muy confundida. Él ni siquiera...
.- Aléjate de él-Repite lentamente.
.- Bien, tengo noticias para ti: es imposible. Trabajo para él como su sirvienta personal
.- Pues si no puedes alejarte de él, haré que no puedas ver por dónde va-Aprieta su agarre.
De repente, saca una daga de su vestido y la aprieta contra mi cuello.
.- Caelia, estás tomando un camino muy peligroso. Esto tendrá consecuencias-Le digo, ocultando el miedo.
.- Solo hay una forma de averiguarlo
Todo sucede tan rápido y a la vez tan lento. Mi vida parpadea ante mis ojos tres veces. Grito al sentir el pinchazo, la horrible sensación.
Solo recuerdo haber levantado el brazo antes de que aquel metal se dirigiera a mi ojo y cayera al suelo.
Mi vestido queda manchado de carmesí, el rojo es abrumador. Hiperventilo.
Pero aquel metal sigue atravesando mi antebrazo.
Algunos supervisores y miembros del personal llegan al escuchar mi grito.
.- Oh Dios mío-Todos me miran en el suelo.
Estoy pegada a la pared, la daga casi atraviesa mi brazo por completo.
.-Eveline-Escucho llegar a Hala.
Todos miran a Caelia, quien está en estado de shock.
.- ¿Qué has hecho, Caelia?-Pregunta una de las chicas.
.- No... yo... no sé cómo... solo...
.- Tendrás serios problemas-La chica repite.
Y yo sigo en el suelo.
Mis ojos se apagan y lo último que veo es a un guardia llevándose a Caelia.
Tu regalo es la motivación de mi creación. Dame más motivación! He etiquetado este libro, ¡ven y apóyame con un pulgar hacia arriba! ¿Te gusta? Añadir a la biblioteca! ¿Tienes alguna idea sobre mi historia? Coméntalo y házmelo saber.
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