El alivio que sintió el Alfa Thorton fue casi instantáneo. Era evidente en la forma en que su espalda se enderezó de golpe de nuevo mientras aspiraba una profunda bocanada de aire, recobrando color en su rostro una vez que los Oráculos soltaron su agarre. Apenas se puso en pie con la ayuda de Dalia, y con ella sosteniéndolo, volvieron a su mesa.
—Excelente, ahora podemos volver al negocio —dijo con brusquedad el Alfa Burke.
En respuesta, el Alfa Thorton respiraba con dificultad, lanzando una mirada venenosa al Alfa Burke, pero este último simplemente sonrió educadamente.
—Oh, no me mires así, Elrod —dijo el Alfa Burke con buen humor, como si fueran amigos íntimos—. Aún tenemos que decidir quién va a tomar el control de Thunderstrike ahora que tú estás... —se sonrió— retirado.