—Esto huele increíble, Damien —dijo Beatriz mientras Damien le apartaba una silla.
—Gracias. Como es tarde, preparé arroz salteado. Espero que te guste.
Beatriz se sentó y le sonrió.
—Ya sabes que me encanta todo lo que cocinas.
Damien se sentó a su lado y le sirvió una copa de vino.
Rhys apareció en el comedor y se movió a su lado, su mano encontrándose con su muslo debajo de la mesa tan pronto como se acomodó en la silla junto a ella, haciéndola retorcerse ligeramente cuando sus manos rozaron los bordes de su vestido.
—Ha pasado mucho tiempo desde que comiste una comida preparada por mí —dijo Damien, llenando el plato de Rhys con comida.
—Hmm —él murmuró en acuerdo.
—Extraño tu cocina —confesó Rhys, relajándose en su silla.
La cabeza de Beatriz se giró automáticamente para echar un vistazo a él, que lucía complacido.
Damien sonrió a su hermano y revolvió su cabello.
—Bueno, ahora que estás de vuelta en casa intentaré cocinar para ti tanto como pueda.