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Cuando la palma de Fil aterrizó en su propia mejilla, los ecos resonantes acariciaron los oídos de ambas damas. El corazón de Valerie tembló, su expresión se palideció, sus ojos estaban muy abiertos.
¿Fil se acaba de abofetear a sí misma?
Justo antes de que Valerie pudiera recuperarse del shock, otra bofetada cayó sobre Fil. Esta vez, la mejilla de Fil se tornó más roja y el lado de sus labios se cortó. Observó a Fil tocarse la esquina de la boca, silbando por el dolor.
—Eso debería bastar —dijo Fil como si no le doliera, soltando el brazo de Valerie—. Dos bofetadas. ¿Eso es suficiente para ti? ¿O planeabas golpearme?
—¿Estás... loca? —Valerie sostuvo su brazo, tambaleándose hacia atrás—. ¿Por qué hiciste eso —te acabas de abofetear a ti misma?
Ambas sabían que no era solo una bofetada normal. Fil se había abofeteado con tanta fuerza como pudo y Valerie podía decir por el sonido lo doloroso que había sido.