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A la mención de su nombre, todos se portaron bien.
Lady Belinda pasó adelante para dar a todas las chicas su propia porción y se alejó altiva.
Fue en este punto que Lisa no tuvo más opción que trabajar perezosamente en su porción.
Todos laboraban sin descanso bajo el sol abrasador en silencio.
Bueno, todos excepto Lisa, que se quejaba y lamentaba sobre lo injusto que era para ella trabajar como esclava.
También se quejaba del hecho de que ninguna de sus chicas había venido a trabajar por ella.
Eventualmente Lisa se dio cuenta de que su discurso innecesario solo la hacía más cansada, así que se quedó callada.
Jazmín trabajaba incansablemente mientras arrancaba las malas hierbas.
El sudor se colaba entre sus cejas y el agotamiento la consumía.
Sus pesadas cadenas atadas a sus piernas y manos solo hacían que trabajar fuera más pesado y difícil que para las otras dos chicas.