—¿Estás bien? —Gracia notó a su sobrina parada en la entrada de la puerta, sin moverse. Podía ver gotas de sudor formándose en el rostro de Anna y se preocupó. Hasta ahora su sobrina estaba bien, ¿o acaso se sentía insegura por lo que había dicho Madeline?
—Yo... necesito usar el baño —dijo Anna, con la voz temblorosa mientras se alejaba. El pánico burbujeaba en su interior a medida que el calor se intensificaba, esparciéndose como un incendio por su cuerpo. Presionó sus piernas una contra la otra, tratando desesperadamente de recuperar algún grado de control, pero era inútil.
Su mente era un torbellino de confusión. No podía pensar con claridad. Necesitaba ayuda, alguien que pudiera ayudar a detener este tormento. Su visión se nubló mientras tropezaba hacia el baño, respirando entrecortadamente.