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Basil Jaak irrumpió en la biblioteca, viendo a Dawn Sutton tendida en un charco de sangre, un rayo le golpeó de la nada. Su corazón se estremeció y sin pensarlo dos veces, se abrió paso entre la multitud.
Basil Jaak no era médico, pero conocía los primeros auxilios básicos. Se arrodilló rápidamente, se arrancó trozos de ropa de su propio cuerpo y usó las tiras de tela para vendar las heridas de Dawn, evitando que entrara en shock por la pérdida excesiva de sangre.
—¡Bas... Basil! —Dawn Sutton recuperó la consciencia, luchando por mover los labios y emitir un débil sonido.
—Estoy aquí —Basil extendió la mano y sostuvo la de Dawn, susurrando suavemente.
La cara de Dawn estaba pálida como el papel. Su respiración se volvía cada vez más difícil, como si cada palabra pronunciada estuviera succionando la energía de su cuerpo. "Bas... Basil, ¿cre... crees que... moriré?"