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Basil Jaak salió de la casa de Debby Sutton con una orgullosa sonrisa jugueteando en la comisura de sus labios.
Conquistar a una reina como Debby Sutton era una proeza de la que cualquier hombre se enorgullecería.
Una suave brisa soplaba hacia él, haciendo ondear el dobladillo de su abrigo pasando por su boca, permitiéndole aspirar el aroma de Debby Sutton, indicativo de la pasión de su encuentro.
En casa.
Antes de que Basil Jaak pudiera quitarse el abrigo, le llegó una llamada telefónica inesperada.
—Disculpe, ¿es usted el señor Jaak? —preguntó la otra parte.
—Sí, soy yo —respondió Basil Jaak—. ¿Y usted es...
—Soy de la empresa de mensajería. La señorita Xenia Wendleton tiene un paquete que necesita ser firmado, ella preguntó si podría hacerlo por ella. Señor Jaak, estoy actualmente en la estación de televisión, ¿le viene bien?
Xenia ya le había informado sobre el paquete, así que Basil no la llamó. Después de un momento de reflexión, le dijo al mensajero: