—¿Qué están haciendo ustedes dos... —Lydia White tomó una respiración profunda, intentando estabilizar sus emociones. Miró a Basil Jaak y a Everett, preguntando:
— ¿Qué diablos están haciendo?
—Hermana, no me malinterpretes, Jaak y yo, ... —Everett luchaba por explicar, con el rostro rojo y acalorado.
Basil, por su propio bien, interrumpió:
— Lidia, solo estamos haciendo ejercicios en la cama... no, estoy enseñando a tu hermano ejercicios físicos... eh, eso suena aún peor. ¡Everett, te toca explicarle a tu hermana!
—Hermana, las cosas no son como las ves —dijo Everett.
Al ver las caras confundidas de Basil y Everett, Lidia sintió una oleada de diversión, una sonrisa maligna jugueteaba levemente en sus labios. Sin embargo, mantuvo su rostro inexpressivo:
— ¿Me pides que no crea en mis ojos? Entonces, ¿en qué debería creer? ¿En sus excusas, que están llenas de agujeros?
—Hermana, no quise decir eso, quería decir... —Everett hizo una pausa momentánea y luego continuó: