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—Su Yin era realmente muy inteligente —pensó Shen Feiwan.
Tan pronto como Shen Feiwan le dio una pista, inmediatamente se volvió a buscar ayuda.
En este momento, debido a la denuncia de Su Yin, Shen Feiwan era arrastrada al mar más rápidamente y con urgencia por el hombre, alejándose cada vez más del yate.
Shen Feiwan contuvo la respiración.
Ella confiaba en Su Yin.
Creyó que Su Yin definitivamente podría encontrar ayuda para ella.
Todo lo que necesitaba hacer era conservar sus fuerzas y mantener la calma.
Shen Feiwan no sabía cuánto tiempo había pasado.
Todo lo que sabía era que estaba compitiendo contra el tiempo.
Tal vez en el siguiente segundo, el siguiente segundo, moriría.
Pero ella quería vivir.
Cada minuto y cada segundo pasaban.
Shen Feiwan continuaba conteniendo la respiración.
Gradualmente estaba alcanzando su límite.
Sintió que su visión se nublaba y todo su cuerpo se sentía incómodo al extremo por la incapacidad de respirar.