Nial ignoró la Subasta de la Alianza cuando recibió la llamada desde el Bosque de la Vida.
No llamarían sin razón y Nial comenzó a preocuparse mientras cogía el cristal mensajero.
—Hola, ¿Maestro Crevian, es usted? —preguntó Nial con voz pausada mientras los recuerdos de su familia y amigos siendo destrozados reaparecían en su mente.
La muerte de su madre y la de su maestro aún estaban frescas en su memoria, al igual que las Pesadillas que le habían estado atormentando cada vez que se dormía.
Suspiró internamente mientras esperaba impaciente recibir una respuesta del otro lado del cristal mensajero.
—Sí, soy yo. ¿Cómo has estado, Nial? Espero que estés bien y avanzando rápidamente —la voz familiar del Maestro Crevian llegó a los oídos de Nial y él se calmó visiblemente.
El Maestro Crevian no sonaba apresurado, con dolor, o desesperado. Eso era muy bueno saber.
—Estoy bien, aunque estoy empezando a impacientarme —Nial reveló antes de detener la charla.