Nial no dedicó demasiado tiempo a preparar el plan que había ideado de repente.
No necesitaba muchas cosas porque ya era más que suficiente si seguía provocando al grifo sin alas evadiendo su ataque, volando por el aire y emergiendo en el cielo fuera de la entrada de la caverna.
El grifo sin alas debía sentirse más miserable que antes, pero ahora estaba simplemente enfurecido. Si pudiera volar, habría atacado a Nial y lo habría destrozado en pedazos.
Ese fue el primer pensamiento que tuvo al observar a Nial, quien continuaba provocando al grifo dándole la espalda a la bestia mientras agrandaba el par de alas.
No obstante, eso no era todo lo que hizo Nial. Dejó crecer un segundo par de alas en su espalda para mostrarle al grifo de lo que era capaz con su energía oscura.
La bestia sin alas podía sentir claramente que las alas de Nial estaban hechas de oscuridad, pero no le era posible replicar sus alas, de lo contrario, ya lo habría hecho.