—Nial es un zorro, ¿verdad? —murmuró Miranda apoyándose en el borde de la mesa. Matías estaba a su lado, pero solo pudo rodar los ojos.
—Sabías que iba a ser así desde el momento en que nos mostró las decenas de miles de cristales de Magnatit, ¿no? —replicó Matías, aclarando que no solo Nial actuaba como un astuto zorro.
—¿No es obvio? Nunca podré usar todos los cristales de Magnatit antes de que los demás encuentren más fuentes. Para entonces, los cristales de Magnatit que poseemos perderán algo de su valor. Venderlos ahora es lo mejor y el Maestro Crevian los necesita —respondió Miranda, ignorando la pulla de Matías.
Su discípulo no estaba realmente contento con la forma en que explotaban a los Elfos, pero ni Nial ni Miranda se preocupaban por la actitud piadosa de Matías.