—Argh… mi cabeza… —Una voz débil y dolorida resonó a través de una pequeña cabaña de madera que estaba colocada en lo alto de un árbol.
La voz alcanzó los oídos de todos los Elfos y los Originales humanos cercanos. Sus oídos se agudizaron al sonido de la voz de Nial.
Un grupo de Elfos, que desprendían una intensa presión que suprimía a todos a su alrededor, saltó desde el suelo y entró en la cabaña de madera en un instante.
Ellos liberaron mana transmutado de manera única y llenaron la cabaña entera con él instantáneamente.
Seguidos por los Elfos, algunos humanos corrieron escaleras arriba antes de detenerse frente a la cabaña de madera.
—No está permitido entrar en la cabaña. Vuestra mana solo interrumpirá el proceso de sanación —advirtió uno de los Elfos, levantando su mano plana para indicar que ni siquiera debían pensar en entrar en la cabaña.