—¡Te encontré, perrita! —En el momento en que Nial escuchó esto, se quedó paralizado en el sitio.
Atónito por el adjetivo utilizado para referirse a él, y por el hecho de que Kira acababa de aparecer en la sala de estar de la casa que pertenecía a Kark y su equipo, Nial ya ni siquiera podía concentrarse en el cristal de origen que tenía en la mano.
En lugar de eso, estaba a punto de saltar y preguntarle a ella la razón de irrumpir en el lugar. Pero antes de que Nial pudiera hacerlo, la voz confundida de Miriam resonó por la habitación.
—¿Kira? —Miriam estaba pasmada al ver a Kira, y más aún porque parecía conocer a Nial. Su elección de palabras significaba que lo había estado buscando desesperadamente, hasta el punto de ingresar a su casa rompiendo la puerta.
Saber del temperamento y la actitud de Kira, significaba que Nial era importante para ella.
Sin embargo, en el momento en que Kira vio a Miriam, no pudo evitar sentirse igualmente confundida, y su enojo se disipó.