Los ojos completamente negros de Ezequiel no dejaban de derramar lágrimas, mientras abrazaba firmemente el cuerpo de su padre.
Sin embargo, como si no dejara que el momento durara, Aizen movió su mano. Las cadenas se tensaron alrededor de Ezequiel, tirando de su cuerpo hacia atrás.
Su cuerpo fue una vez más arrastrado hacia atrás, colgando en el aire por las cadenas de un Dios Supremo. Al mismo tiempo, el cuerpo de su padre cayó al suelo.
—He pensado mucho sobre cuál será tu castigo. Sin embargo, sentí que esto tampoco era suficiente. Quiero que sufras mientras vivas, incapaz incluso de quitarte tu propia vida.
Los hombres se elevaron en el aire, acercándose a Ezequiel.
—Él abrió la boca de Ezequiel, colocando una pequeña fruta en su boca. La fruta se derritió en la boca de Ezequiel, entrando en su cuerpo.