Andrew avanzó sin vacilar, ignorando las puertas falsas en el largo corredor y siguiendo el preciso camino que ya estaba trazado en su mente, hasta que encontró la puerta correcta que lo llevaría a la tumba de los reyes antiguos y al lugar donde se escondían las princesas. Pasó por las puertas de madera una tras otra, sin ser distraído por la aparente confusión. Estaba seguro de que las visiones de la esfera lo guiarían por el camino correcto.
Al avanzar por el corredor, Andrew notó que las paredes estaban decoradas con símbolos antiguos y runas misteriosas. Con cada paso, sentía que se acercaba cada vez más a la meta final.
Después de pasar por cientos de puertas, finalmente llegó a la puerta correcta. La puerta correcta era imponente y tallada con símbolos reales.