—Así que eso fue lo que hice —Blake sonrió orgulloso—. Nunca pensó que su raza fuera tan asombrosa. Poder forzar a los dragónicos hasta el punto de que ella estuviera dispuesta a hacer cualquier cosa por él era simplemente maravilloso. Deseaba poder estar allí para presenciar la escena pero tristemente...
—Esto es... Realmente eres malo —Lillia frunció los labios—. No enseñes cosas malas a nuestros hijos.
—Nuestros niños son todos unos ángeles. ¿De qué estás hablando? —Blake preguntó sonriendo. Todos sus bebés eran lindos a su alrededor. Sí, ellos causaban todo tipo de problemas cuando él no estaba, pero eran ángeles frente a él, así que se quedó con lo que veía, no con lo que oía.
Lillia y todas sus esposas rodaron los ojos. —Solo sabes malcriarlos. Por eso actúan así contigo. Además, ¡todas son unas malditas niñas de papá! —Tina resopló.