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—¿No puedo tener el primero, por favor, compañero? —La bestia monarca élfica solicitó a través de la telepatía.
—No, puedes tener el quinto —dijo Rio, ya decidiendo el orden en que los compartiría.
—¿Por qué el quinto? Aquí solo hay tres chicas —Eve preguntó confundida.
—Uno pertenece a Layla —respondió él, creyendo que la encontraría pronto.
—Es bueno ser positivo pero... No importa. Solo esperaré —ella dijo de manera enigmática, parecía saber algo pero no se lo reveló al chico.
Pronto, un fruto, que era una pequeña esfera del tamaño de un pulgar, apareció en su palma. Era de un vibrante tono de púrpura oscuro, casi parecido a una gema de amatista. La piel de la fruta era lisa y brillante, centelleando con un leve iridiscencia.
Al sostenerla en su mano, Rio podía sentir un suave calor curativo que emanaba del fruto.
—Aquí, esto es para ti —el chico le entregó la fruta a Helia, que estaba sentada en el lado opuesto de él en el sofá.