Después de todo, durante los últimos dos años en la Academia Mundial, eran precisamente esas personas las que señalaban con el dedo hacia ella.
Las mismas caras que se reían de ella, la lastimaban, se mofaban de su existencia. Y en su condición actual, solo con mirarlos era suficiente para incrementar el odio que estaba oculto dentro de ella.
En ese momento, la intención de matar de Alyssa empezó a aumentar mientras flotaba en el aire.
—¿Quién es esa?
—¿Dónde está el monstruo jefe?
—¿Qué está pasando?
La única persona que sabía lo que estaba pasando aquí era Alan y sabía que la persona enmascarada que flotaba delante de ellos era Alyssa.
«Ahora, finalmente puedo lidiar con ella para siempre», pensó Alan en su mente.
«Ahora las reglas de la academia no te salvarán», Alan sonrió mientras agarraba su espada.