—Esto es extraño —dijo Asher, habiendo ya revisado cuatro libros.
Habían pasado tres horas y, después de leer el primer libro, Asher había asumido que los siguientes libros llenarían las partes faltantes, pero ese no fue el caso.
Aunque Asher encontró la representación del Elemento Espacial mucho más precisa e intrigante, no había nada más escrito allí.
Esto se sentía menos como un libro y más como un diario sin un propósito claro.
Las horas pasaban mientras Asher ojeaba las páginas, sumergido en absorber todo el conocimiento frente a él.
En la vasta habitación vacía, donde solo había 12 libros, Asher estaba seguro de que tenía que haber una razón por la existencia tan restringida de estos libros.
Pero cuanto más leía Asher, más extraña se volvía la situación.
Se acercaba el final, con solo una hora restante, cuando Asher dejó el último libro, que era notablemente más delgado que los demás.
—Hmm, no hay nada en él —comentó Asher, su mirada indiferente examinando el libro.