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—¡Suéltame! —gritó con los ojos desorbitados. Por alguna razón, parecía estar loca en ese momento, sin entender lo que hacían sus acciones. —¿No entiendes? Esta es la oportunidad perfecta para mí.
Mostró una enorme sonrisa. Aiden debía admitir que hablaba con una voz extremadamente cruel, era espeluznante teniendo en cuenta todo.
Aiden sujetó aún más fuerte sus muñecas mientras la miraba, juzgándola. —¿Qué oportunidad perfecta estás hablando? ¿No lo ves? La estás torturando... ¡Por Dios, solo mírala!
Aiden echó un vistazo a Evelynn mientras decía eso y ella seguía en la misma posición que antes, atada a la pared, medio desnuda.
Se aseguró de mirarla solo de reojo porque no quería que lo llamaran pervertido o algo por el estilo. Sabía que no había muchas posibilidades de que sucediera tal cosa, sin embargo, no quería correr ningún riesgo.
No quería incomodar a nadie, su objetivo era simple: ayudar a Evelynn lo mejor que pudiera.