—¿Cómo pudo haber pasado esto? —Rey se sentó en su cama en profunda contemplación. Gotas de sudor se formaban en su cara mientras su ceño se fruncía en confusión.
—¿Quién podría haberlo hecho? —Para asegurar la privacidad de sus salvadores, sus puertas fueron encantadas con Magia especial que ninguno de ellos había aprendido aún.
También se les otorgaron llaves personales para sus habitaciones, asegurándoles que nadie más poseía llaves que pudieran abrir sus respectivas puertas.
Nadie excepto el Caballero Jefe y el Gran Mago.
Esos dos poseían una llave maestra que podía desbloquear la habitación de cualquiera, y esto se suponía que era por su seguridad.
—Bruto y Lucielle no están cerca. ¿Podrían haber dejado la llave maestra con alguien que terminó entrando? —Eso era definitivamente una posibilidad, pero Rey lo encontraba muy improbable.
¿Por qué la Familia Real haría algo tan poco confiable en este momento? ¿Y por qué apuntarían a su habitación?