—Rolfe le permitió dormir por un rato pero pronto inició sus caricias y Iona se encontró inclinada sobre la cama con las manos atadas y su esposo penetrándola con fuerza por detrás. Al final, estaba tan somnolienta y cansada que ni siquiera se dio cuenta de cómo era que él estaba acostado en el suelo y ella sobre su pecho, acurrucada como un gatito, con sus manos en su cabello mientras él jugaba con él, lo olía y lo enrollaba alrededor de su muñeca. "Iona..." llamó su nombre como si la adorara. Ella se removió un poco. "Creo que estás bien jodida, bebé."
Ella soltó una risita y él se quedó quieto.
—Amo ese sonido que haces, amor —dijo él—. Deberías reír más.
—Creo que me la paso riendo todo el tiempo —dijo ella, somnolienta—. Y sí, estaba bien jodida.