Mientras Ember miraba cómo todo se desarrollaba una y otra vez como una pesadilla rota, era golpeada por el mismo dolor resonante, y quería extender su mano a ella.
¿Era por piedad? No tenía ni idea. Todo lo que quería era consolar a la mujer. Sentía que podría hacer algo para aliviar el dolor de esa mujer...
Ember no solo tenía lágrimas, también sollozos suaves salían gradualmente de su boca mientras lloraba por el sufrimiento de la mujer de ojos verdes encadenada. Y cuando los relámpagos la golpeaban, haciendo que su cuerpo pereciera
—No...
Sus manos se agarraban a la manta que la cubría, como si también tratara de resistir esa agonía abrasadora, pero todo su cuerpo era incapaz de moverse, paralizado más allá de su control.