Michael sacó la daga del cajón y se levantó—. Rafael le siguió sin ninguna arma, pero sus colmillos ya asomaban por su boca mientras se lamía los labios y tomaba posición.
Sin perder otra palabra, Michael corrió hacia él y atacó su pecho con la daga, pero Rafael la sostuvo con sus brazos desnudos antes de que pudiera tocar su pecho.
Michael usó toda su fuerza pero no era nada frente a Rafael, quien empujó a Michael y lanzó la daga al otro lado. Lo miró con una ceja levantada como preguntando —¿era este su plan para ganarme? ¡Era patético!
Michael apretó los dientes mientras se volteaba y se ponía de pie de nuevo. Ya tenía otra daga en sus manos. Todas ellas estaban cubiertas con Berilio, pero ya no importaba.
—¿Desde cuándo querías matarme? —preguntó mirando el berilio en la daga mientras Michael sonreía con suficiencia.