—¡Aaaahhh! —De repente, el dolor insoportable volvió. Emmelyn gritó y apretó la mano de Lily.
—Oh no... ¿estás teniendo otra contracción? —Lily sabía que la pregunta sonaba tonta ya que ella sabía que Emmelyn estaba de parto. Por supuesto que Emmelyn estaba teniendo otra contracción. Sin embargo, su pregunta fue hecha por reflejo.
No sabía cómo calmar a una mujer en trabajo de parto. Cómo demonios su madre y las criadas hicieron eso cuando la asistieron durante el parto, no lo sabía. Esas personas debían ser ángeles dotados de tanta paciencia.
—Señor Vitas... por favor, ayude —se giró hacia la puerta y llamó al viejo médico—. ¿Ha llegado la bruja del pueblo?
El viejo entró a la cámara con las dos criadas. Trajeron palanganas llenas de agua caliente y paños. El parto sería sangriento y desordenado.
Emmelyn mordió su labio y se volvió hacia Lily. Con sus ojos, le rogó a Lily que recordara su petición. Lily asintió débilmente.