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—Oh, hola Emmelyn. Ella es una vieja amiga —dijo la Abuela Isabelle cuando vio entrar a Emmelyn por la puerta—. Puedes llamarla Abuela Thessalis.
Emmelyn había salido todo el día para buscar noticias sobre sus demás familiares. Por su expresión turbia, Isabelle Sovie pudo deducir que Emmelyn no recibió buenas noticias. Por eso, no le preguntó a Emmelyn qué había pasado con su búsqueda.
—Oh, hola, un placer conocerte, Abuela Thessalis. Mi nombre es Emmelyn de la Colina Rosa —Emmelyn asintió levemente con la cabeza hacia la anciana sentada junto a Isabelle.
La mujer a la que llamaba Abuela Thessalis vestía una túnica negra y su rostro lucía realmente pálido, en contraste con su atuendo completamente negro. Sus dedos huesudos se aferraban fuertemente a una pequeña bolsa en su regazo.
Emmelyn se preguntaba qué tendría de valioso la bolsa para que la sostuviera con tanta fuerza como si contuviera oro.