—Hey, ¿estás bien? —Marte estaba preocupado.
Aunque esta chica a veces podía olvidarse de sus modales, no era el tipo de chica que sería tan insolente como para escupir su comida.
—Uff... Lo siento —se disculpó Emmelyn—. Sentí como si estuviera comiendo tierra... No quería escupirlo...
—Hmm... está bien —Marte tomó la fruta en cuestión para probar lo horrible que era. Frunció el ceño—. No es insípida ni sabe a tierra. De hecho, es dulce.
—¿Cómo sabes que no sabe a tierra? —Emmelyn puso los ojos en blanco—. ¿Has probado comer tierra?
—Bueno, ¿y tú? —le preguntó Marte de vuelta.
Emmelyn miró hacia otro lado.
Ella sí... cuando era niña y no quería escuchar a su madre cuando le decía que no tratara de comer todo lo que se encontrara...
Solo fue una vez, pero nunca olvidó el sabor de la tierra en su boca.
Guácala. Era realmente horrible.
Así que, cuando experimentó lo mismo con la estúpida fruta... por supuesto, la reacción natural de su cuerpo fue escupirla.